PERSONAJES

Alex Torrenegra y el razonamiento de primeros principios

Lo tradicional y lo convencional tienen un viejo enemigo: el razonamiento de primeros principios. Un método obligado para quien, como Alex Torrenegra, pretende revolucionar una industria.

Por Andrés Acevedo Niño*


“Por alguna razón me molesta cuando un proceso no es óptimo y mi cerebro se la pasa jugando a ¿cómo podría esto funcionar mejor?”.

Alex Torrenegra 

La curiosidad de un niño es cosa seria. Toda madre puede anticipar que una vez su hijo se interese por algo, lo que sigue es, inevitablemente, un interrogatorio. Responder al primer “¿por qué?” no será suficiente: le seguirá un segundo “¿y por qué?” y probablemente un tercero. El juego le sirve al niño para hacer sentido del mundo; a la madre, para someter a prueba su paciencia. Afortunadamente para ella, la etapa de los por qué tiene fin. Desafortunadamente —para quien quiere desatar su creatividad y encontrar soluciones a problemas difíciles— la perdida de la curiosidad infantil puede probar ser incapacitante en el futuro.

Alex Torrenegra, fundador de Torre, Bunny Studio, y Voice123, encuentra mucho valor en la ingenuidad. “Cuando uno es joven e ignorante”, dice Torrenegra, “no sabe por qué el mundo funciona como funciona y eso muchas veces lo lleva a uno a ser atrevido”. A medida que el individuo adquiere conocimiento se va llenando de certezas, y su percepción de lo que es posible en vez de ensancharse, se estrecha. La perdida de la ingenuidad lo lleva a una conclusión falsa: que el mundo ya está inventado.

“Yo creo que la razón por la que muchos de los emprendimientos más revolucionarios provienen de gente joven”, dice Torrenegra, “es porque no tienen un sesgo previo. Eso les permite pensar fuera de la caja”. Ignorar las estructuras (la caja, después de todo, es una estructura más) les sirve para encontrar soluciones a problemas que, en muchas ocasiones, han evadido al más experto de los expertos.

¿Cómo intenta Alex Torrenegra mantener la ingenuidad?, le pregunto al que ya se ha convertido en referente en el mundo del emprendimiento. “Aprendiendo un montón y razonando desde lo que llaman first principles o principios básicos”.

Los primeros principios hacen alusión a los bloques fundamentales del conocimiento. Aristóteles los definió como “la primera base a partir de la cual una cosa se conoce”. Para llegar a ellos hace falta, como los niños, preguntarse reiteradamente el por qué de las cosas.

Un ejemplo clásico es el de Elon Musk y su compañía SpaceX. Cuando se propusieron enviar el primer cohete a Marte, Musk y su equipo se toparon con que el precio del mercado para un cohete era demasiado elevado. “Mis estudios en física”, cuenta Musk, “me enseñaron a razonar desde los primeros principios en vez de a través de analogías. Entonces dije: miremos la situación desde los primeros principios. ¿De qué está hecho un cohete?”. Al plantearse esas preguntas fundamentales —“hervir a la esencia” es la expresión que Musk usa— descubrieron que podían construir un cohete por el 2% del precio de mercado. El obstáculo, aparentemente infranqueable, desapareció una vez se hirvió el asunto a su esencia.

“El pensamiento de primeros principios es una de las mejores maneras para hacer ingeniería inversa de problemas complicados y desatar la posibilidad creativa”, escribe Shane Parrish. Se trata de un ejercicio que exige, como en el caso de Musk, ver más allá de lo que —pareciera— constituye la realidad.

En palabras de Parrish:

“Razonar desde primeros principios remueve la impuridad de las asunciones y convenciones. Lo que permanece es lo esencial”.

Lo que nos lleva a la pregunta obligada: ¿Por qué no todo el mundo usa el pensamiento de primeros principios?

Porque hacerlo desgasta más. Y no es sorpresa: razonar desde primeros principios le exige al individuo pensar por sí mismo. Para ilustrar el asunto, Tim Urban sugiere la diferencia entre un chef y un cocinero. “El chef es un pionero, la persona que inventa las recetas. Conoce los ingredientes y la manera de combinarlos. El cocinero, que razona por analogía, usa la receta. Crea algo, tal vez con variaciones menores, que ya ha sido creado”. Las convenciones sociales nos ahorran energía mental, pero el precio que pagamos por seguirlas es, a veces, demasiado costoso.

“Si el cocinero pierde la receta”, continúa Urban, “se vería en problemas”. El chef, por su parte, como no depende de razonamientos ajenos y “entiende los perfiles de sabores y las combinaciones en un nivel tan fundamental, ni siquiera usa la receta”. “Es entender por qué las cosas funcionan como funcionan”, dice Torrenegra, que, en parte, usa el razonamiento de primeros principios forzado por su trastorno obsesivo compulsivo: “Por alguna razón me molesta cuando un proceso no es óptimo y mi cerebro se la pasa jugando a ¿cómo podría esto funcionar mejor?”.

Así sucedió en el 2003 cuando, junto con Tania Zapata, empezaron a preguntarse por qué el proceso de contratar voces profesionales era tan ineficiente. No solo involucraba una cantidad absurda de intermediaros, sino que los tiempos para llegar al producto final eran excesivos. Así nació Voice123, que es tres cosas a la vez: una plataforma para conectar a clientes con voces profesionales; una empresa que reta la manera convencional de operar en la industria; y, finalmente, el resultado de un razonamiento desde primeros principios.

Para Alex Torrenegra, un proceso subóptimo suele traducirse en una oportunidad de negocio: “De las compañías que he creado, a las que mejor les ha ido es cuando identifico que hay cosas que podrían funcionar mucho mejor de lo que funcionan en el momento”.

Actualmente tiene su atención puesta en el mundo de los procesos de reclutamiento, en el que cree haber identificado una de esas ineficiencias.

El talento profesional y las oportunidades son dos puntos que están mal conectados, lo que hace de los procesos de reclutamiento una pesadilla para reclutadores y reclutados por igual. “Todavía se pretende que cuando uno está reclutando tiene que buscar cientos, en algunos casos miles, de hojas de vida”, dice Torrenegra. En esa pila de hojas de vidas —muchas de las cuales ni siquiera son relevantes para la vacante— se espera que el empleador encuentre la persona ideal para su equipo. Frente a ese panorama, no debería ser sorpresa que la construcción de equipos se asemeje más a un acto de fe que a un proceso racional.

Pero la frustración no es exclusiva del empleador; el candidato se lleva su buena cuota también: “A estas alturas de la vida, la mayoría de quienes se postulan a un empleo no son contratados”, dice Torrenegra y agrega que los candidatos “jamás se enteran por qué no los eligieron”.

El proceso de reclutamiento está concebido hoy en día como un juego de azar, en el que candidatos envían masivamente sus hojas de vida y reclutadores contratan con poco más que intuición. Torrenegra lo llama “una caja negra” y no se reserva la frustración que íntimamente le genera: “Como alguien que ha visto el desarrollo de la tecnología de cerca, me da vergüenza que hoy en día sepamos cómo añadir filtros automáticos a fotografías, pero no seamos capaces de decirle a la vasta mayoría de la población qué podría hacer para obtener un mejor empleo”.

Al someter el problema a un razonamiento desde primeros principios —¿por qué funciona como funciona el proceso de reclutamiento?— Torrenegra llega a una conclusión: “Es solo cuestión de tiempo”, asegura, “antes de que la vasta mayoría de la ubicación de talento en oportunidades de empleo no las haga un psicólogo o un reclutador, sino que las haga la inteligencia artificial”.

Esa es precisamente la solución que está intentando resolver con Torre, una plataforma que conecta talentos con oportunidades de trabajo remoto. Con más de 1.5 millones de usuarios, el crecimiento de Torre ha sido exponencial; una prueba de que, en efecto, el estado actual del reclutamiento es subóptimo, pero, sobre todo, una reivindicación de lo efectivo que es enfrentar los problemas desde un lente de primeros principios.

Harrington Emerson lo dijo mejor:

“Métodos puede haber un millón y un poco más, pero principios hay pocos. El hombre que entiende los principios puede elegir exitosamente sus propios métodos. El que prueba métodos, ignorando los principios, con certeza va a verse en problemas”.

 

Para escuchar a Alex Torrenegra en el podcast Lecciones desde la cumbre:

*Andrés Acevedo Niño es cofundador de 13%, el principal podcast en español sobre trabajo. Ha sido reconocido por la Revista Gerente como uno de los cien líderes de la sociedad.

 

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