IDEAS
Liderazgo humano: la clave para tener empresas rentables
El dinero ha demostrado no ser suficiente para movilizar personas, mucho menos para asegurar el éxito empresarial. Bienvenidos al mundo del liderazgo humano.
Por Daniel Olea Alais*
El bienestar y la estrategia no deberán estar separados, ni mucho menos generar resultados excluyentes, sino que deberán complementarse para lograr un liderazgo empresarial y hacer de la curva del crecimiento un factor de renovación hacia la trasformación de culturas y personas.
La expectativa de vida empresarial vista como nacer, crecer, madurar y morir, es un tema que se ha discutido a lo largo de la historia del desarrollo económico de las naciones, y que ha estado estrechamente ligado a la capacidad estratégica de los empresarios por conquistar sus mercados, en comparación a su habilidad por mantenerse a lo largo del tiempo de cara a las diferentes revoluciones económicas.
El mundo empresarial ha pasado de vivir en una era de curvas de crecimiento lineales a una era de crecimiento exponencial, lo cual es generado principalmente por la llegada de una revolución tecnológica que potencia el éxito globalizado sobre la oferta de nuevos productos y servicios, que se logran en corto tiempo con un alcance masivo y con poca capacidad física instalada. Este es el gran paradigma sobre el cual se está instalando este asunto en nuestras vidas.
En consecuencia, ha nacido una nueva generación de empresarios y empresas identificadas bajo el concepto de ‘Startups’ o ‘compañías emergentes’, que, a través de la innovación, se enfocan en la creación de empresas altamente competitivas en un entorno industrializado y lleno de monopolios empresariales. W. Chan Kim y Renée Mauborgne, en el libro Estrategia del océano azul, se referían a la innovación (océano azul) como el método necesario para hacer de la competencia (océano rojo) un factor irrelevante en el éxito empresarial.
Si bien la innovación se ha convertido en un aliado clave en el planteamiento de estrategias de evolución empresarial, dándole a la creatividad un enfoque hacia la creación de modelos de negocio y participación directa en el crecimiento de un proyecto, también hay quienes dicen que todos estos avances no pueden estar solo sustentados en la técnica. En esta línea ya se comienza a investigar sobre la humanización de la tecnología. En países de América Latina debemos prestar atención a la forma como absorbemos estas tendencias. La idiosincrasia de nuestros países, las necesidades, y la curva de desarrollo social en que nos encontramos, no deben ser factores ausentes a la hora de hablar de la curva de crecimiento empresarial.
Andrés Oppenheimer dice que en América Latina debemos poner sobre la mesa el modelo educativo y romper con la tendencia de vivir del pasado. En su obra Crear o morir hace referencia a Alfredo Zolezzi, un diseñador industrial chileno que inventó un sistema de purificación de agua que promete dar agua potable a 780 millones de personas en el mundo y a los 2.500 millones de personas que no tienen servicios sanitarios dignos.
Si bien casos como Uber, Snapchat, Waze, etc., han marcado un hito en materia de innovación y han contribuido a la vida de millones de personas, hice un alto para pensar en el desafío que representa el mundo de la innovación social, o como dice el título este artículo, del liderazgo humano.
Simon Sinek, escritor, consultor y conferencista, sugiere a las organizaciones enfocarse en descubrir su propósito empresarial a través de un sencillo ejercicio denominado el círculo dorado, una versión resumida de la identificación clara de la razón de su existencia, convirtiéndolo en un motor de inspiración, que no solo impactará a los directivos de una compañía, sino que empodera a sus colaboradores para trabajar en función de un propósito.
La definición de un propósito, desde la perspectiva del cliente, hará que él mismo se conecte con mayor profundidad con su compañía. Un ejemplo de ello es Facebook Inc. y su propósito por hacer del mundo un lugar más abierto y conectado. Idea que logra desde sus diferentes redes sociales (Facebook, Instagram y WhatsApp) que permiten que sus usuarios se conecten en diferentes maneras con sus contactos. Una de las cuestiones que preguntamos en nuestras charlas y seminarios es si las compañías tienen claro su propósito, el para qué (en términos de Simon Sinek), y si una de las claves es lograr una cadena de valor ampliada entre los colaboradores, la estrategia de la empresa y el cliente. ¿cuántas de nuestras organizaciones o de aquellas de las que consumimos productos o servicios nos ha transmitido su propósito?, ¿nosotros como clientes o consumidores deberíamos tener nuestro propio propósito?
La teoría de Sinek ha brindado a los empresarios un nuevo horizonte para hacer negocios en la actualidad, que les permitirá entrar en un proceso hacia el reconocimiento de su esencia.
Sin embargo, la aplicabilidad de los factores en los negocios actualmente exitosos dependerá directamente en la determinación de los empresarios por adoptar un liderazgo diferente, consciente, que entienda las importancia de humanizar sus modelos de negocio desde el entendimiento de las necesidades de su cliente interno (colaboradores) hacia el entendimiento de la necesidades de su sus audiencias; esto para trasformar la vida de ambos y construir un propósito solido basado en la innovación estratégica. ¿Cómo puede una empresa conquistar y fidelizar a largo plazo sobre la oferta de sus productos y servicios sin ser fuente de ello?
La respuesta es sencilla pero costosa; es a través del marketing que disfrazan la falta de consciencia y obstinación por lograr resultados económicos a través del uso comercial, y táctico, de la neurociencia. A eso se le suman las bases de datos de los comportamientos diarios de las personas (big data) para activar en sus audiencias emociones que los conecten con su mensaje y producto.
Aclaro que esto no es una crítica hacia las tendencias actuales como la big data. Mi planteamiento es que estos avances y desarrollos deben apuntar a un fin superior. No se trata de instrumentalizar el trabajo y la productividad. La tecnología y la productividad deben estar al servicio de un desempeño superior de la humanidad.
Este enfoque es costoso y lleva a las empresas a mantenerse en una estrategia en donde el éxito está ligado a la capacidad económica de comunicar su intención comercial, más que en la esencia de los valores de su liderazgo.
El bienestar y la estrategia no deberán estar separados, ni mucho menos generar resultados excluyentes, sino que deberán complementarse para lograr un liderazgo empresarial y hacer de la curva del crecimiento un factor de renovación hacia la trasformación de culturas y personas.
Un ejemplo son Google o Starbucks, quienes han basado su promesa de calidad en crear culturas organizacionales humanas para aumentar el involucramiento de sus colaboradores, y esto permita un mejor servicio al cliente y atraer talento capaz de sobreponerse a los cambios acelerados de la actualidad.
Hoy día el ‘Good Will’ de las marcas no se basa en declaraciones estratégicas apoyadas en el logro de márgenes de utilidad y posición económica, sino en propósitos sobre valores y principios humanos que impacten vidas, y así crear experiencias relevantes en quienes tienen el poder del destino de nuestros proyectos o empresas, más allá de las curvas de crecimiento empresarial.
*Daniel Olea es supervisor líder de estrategias de marketing digital para Latinoamérica en OMD Miami.
*Este artículo fue originalmente publicado en Profesión Líder 2017. La presente es una versión adaptada para CUMBRE.
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