PERSONAJES
“Más que valor, colaborar requiere ser realista”: Adam Kahane
La imposición de las ideas ha demostrado no ser sostenible en el tiempo. En este panorama, la colaboración toma fuerza y se convierte, en algunos escenarios, en una necesidad.
Por CUMBRE
“No tengo consejos. Tan solo les haría una pregunta retorica y básica: ¿Creen que pueden ganar unilateralmente? Si la respuesta es negativa, les preguntaría ¿qué planes tienen para empezar a colaborar?”.
Adam Kahane
Cuando la mayoría ve un obstáculo, Adam Kahane encuentra un sinfín de oportunidades. Oportunidades para mejorar, para aprender, para entender, pero, primordialmente, oportunidades para colaborar. De este último aspecto trata su más reciente libro Colaborando con el enemigo: Cómo trabajar con gente con la que no estás de acuerdo. En ella, Kahane apela al raciocinio de sus lectores e intenta demostrar que la mejor forma de construir una visión a futuro que incluya posiciones encontradas es a través del trabajo con otros.
El autor canadiense tuvo la oportunidad de conversar con Aldo Civico y exponer las razones que lo impulsaron a escribir este libro. También compartió anécdotas de su paso por Colombia, sus interacciones con el expresidente Juan Manuel Santos y conocimientos prácticos que facilitarían, cuando sea necesaria, la colaboración entre partes.
ALDO CIVICO: El título de su libro es bastante llamativo porque junta dos cosas que usualmente están separadas: la colaboración y el enemigo. ¿Cómo surge la idea del título y el tema de esta publicación?
ADAM KAHANE: Quienes escriben saben que el proceso conlleva muchos cambios de contenido. Sin embargo, en esta ocasión, a pesar de que reescribí el libro aproximadamente dieciséis veces, jamás cambié el título. Ni una sola coma.
La idea me surgió desde mi primera experiencia en Sudáfrica en 1991. Desde entonces me quedó grabado en la cabeza este concepto de que el verdadero progreso implica trabajar con el otro. El verdadero reto radica en ver al otro como un posible colaborador. De hecho, en inglés la frase “colaborar con el enemigo” tiene una connotación muy negativa porque se remonta a la época de la Segunda Guerra Mundial y estaba relacionada con ayudar a los nazis. Mis colegas franceses y alemanes se opusieron fuertemente al título. Aun así, yo me tomé al atrevimiento de dejarlo como estaba. En los diccionarios de inglés, la palabra colaborar tiene dos acepciones opuestas, ‘trabajar con’ y ‘traicionar’.
A.C: Esta definición de colaborar, aparentemente, funciona en términos de percepción. Alguien puede tener la intención de colaborar con el enemigo para conseguir, por ejemplo, un acuerdo de paz, pero es percibido por muchos de sus contradictores como un traidor.
A.K: Alguna vez tuve la oportunidad de conversar con el expresidente Santos en una conferencia. Estábamos los dos en tarima. Hace un tiempo que yo quería preguntarle por qué él, en muchas de sus intervenciones públicas, mencionaba ‘Destino Colombia’, un proyecto en el que yo había participado en 1996 y en el que él no estuvo directamente relacionado, salvo en su lanzamiento. Consistía en la realización de talleres, por tan solo nueve días, con diferentes actores del conflicto armado. Entre ellos, guerrilleros de las FARC y ELN, y paramilitares. Muchas otras cosas habían sucedido, quizá más importantes, y él seguía trayendo a colación ‘Destino Colombia’.
Encontré su respuesta muy interesante. Me dijo que la razón por la que aún se refería a estos talleres era porque en ellos fue que se dio cuenta que era posible trabajar con personas con las que no estaba de acuerdo y, muy seguramente, jamás iba a estar de acuerdo.
Mi segunda pregunta fue qué había sido, a nivel personal, lo más difícil del Acuerdo de Paz con las FARC. De inmediato me respondió que fue que lo llamaran constantemente un traidor. Pensé que debe ser muy difícil que lo llamen a uno traidor sus propios amigos, su familia y su partido.
Después, el expresidente Santos haría un breve ensayo sobre mi libro que pueden encontrar en internet.
A.C: Pareciera que, en los términos que usted utiliza, la colaboración es una especie de último recurso al que se llega. Primero se intenta la adaptación, la imposición, y cuando nada más funciona es que se acude a la colaboración.
A.K: Para algunas personas es un primer recurso y para otros es el último. Depende mucho de la situación, la cultura e, incluso, la psicología. El punto crucial es entender que la colaboración es una decisión y siempre existirá otra opción. En ese orden de idea, si se piensa a profundidad, es ridículo creer que la única opción es la colaboración. Usted puede colaborar en lo que quiera con quien quiera. Es una decisión.
Diariamente disminuyen el número de situaciones en las que adaptarse o abandonar es la solución para conseguir nuestras metas. Bajo ese panorama, la colaboración toma mayor importancia. La mayoría de las veces tenemos que colaborar con otros, personas que deseamos no tener que ver, para lograr objetivos comunes. Ese es el argumento principal del libro.
A.C: ¿Debería ser entonces la colaboración nuestra primera opción? ¿Deberíamos educarnos para colaborar?
A.K: No diría que debería ser nuestra primera opción. Le voy a dar un ejemplo. Cuando le comenté a mis colegas que iba a escribir un libro sobre la colaboración, muchos me felicitaron y se ofrecieron a escribirlo conmigo. Yo me rehusé porque era algo que quería hacer por mi cuenta. Luego, claramente, ya tuve que colaborar con la editorial, el diseñador, el editor, etc.
No creo que deba ser siempre nuestra primera opción, pero creo que sí es importante que aprendamos a utilizarla. De lo contrario vamos a entrar en el campo de la imposición y este no siempre rinde sus frutos. Casi todas las personas preferirían imponer antes que colaborar y tiene su lógica, si puedo lograr las cosas de la forma que quiero ¿por qué no hacerlo? Si no funciona, muchos optan por adaptarse o abandonar.
Esto está más que claro en Venezuela, por ejemplo. Las opciones son imponer, adaptarse o abandonar. La colaboración ha demostrado ser obsoleta a escala nacional y los resultados son una verdadera tragedia. Millones de personas han abandonado, otras tantas intentan adaptarse y los partidos siguen empecinados en imponerse unilateralmente, como lo han hecho durante los últimos quince años.
A.C: ¿Qué hace posible la colaboración con el enemigo? ¿Qué es lo mínimo que tiene que darse para que esta colaboración tenga lugar?
A.K: El reconocimiento de que no es posible vencer unilateralmente. Muchos partidos políticos no son capaces de admitir esto y creo que es un grave error.
La segunda condición consiste en darse cuenta de que es posible colaborar con personas con las que no estoy de acuerdo y jamás lo estaré, tal y como dijo Juan Manuel Santos. Es una gran mentira que es imposible trabajar en conjunto con alguien con el que no se está de acuerdo.
Esto no lo sabe mucha gente, pero la primera persona a la que le escuché esto fue a Antanas Mockus. Él me dijo que los acuerdos políticos con mayor fuerza y durabilidad son aquellos que recibieron apoyo popular por diferentes razones. Añadió que es saludable tener múltiples razones que hagan variable un acuerdo porque puede que una de las razones deje de ser cierta, pero las otras aun conservan vigencia y le continúan dando vida.
A.C: Uno de los temores alrededor de la colaboración es tener que ceder en algo, perder algo de sí. ¿Qué pierde uno al entrar a colaborar?
A.K: En efecto hay que ceder y las personas deben ‘soltar su correa’ un poco. Necesitan relajarse y no ser tan rígidos alrededor de que las cosas tienen que ser como ellos quieren.
Muchos tienden a identificarse radicalmente con una idea. Así las cosas, si atacan mi idea, me atacan a mí. Creen entonces que si están de acuerdo con el otro y colaboran con él, están vendiendo sus principios.
Un par de meses atrás escribí un artículo en el que utilicé la metáfora de la tubería. Describía un paisaje con muchos obstáculos, montañas, ríos y pueblos. El lector debía encontrar una forma de atravesarlo. No se trata de hacer las cosas a mí modo, como si no existiera nada allí, como si no hubiera otras personas, otros intereses, otros imperativos, otras posiciones. El lector tenía que “soltar su correa”. Al final concluía que sí existía una forma de atravesarlo, pero era bordeando este paisaje y no en línea recta, como las tuberías.
A.C: Para “soltar la correa” se requiere de valor debido a las críticas que recibirá de sus seguidores, sus amigos, y, especialmente, porque se está adentrando en algo nuevo.
A.K: Puede ser valor, pero yo lo percibo más como realismo. Todos preferirían hacer las cosas a su modo y que los demás se sujetaran a eso. Sin embargo, eso no sucede nunca, ni con la pareja, ni con los hijos, ni con los colegas, ni con Donald Trump.
Entonces, para mí, es irreal seguir insistiendo en ese tema. Es irreal creer que las cosas cambiarán si yo no cambio. Más que valor, colaborar requiere ser realista.
A.C: Ante la incertidumbre de lo que sucederá con los diálogos entre el gobierno de Iván Duque y el ELN ¿qué consejo le daría usted a las partes para que exploren la posibilidad de colaborar conjuntamente en esta negociación?
A.K: No tengo consejos. Tan solo les haría una pregunta retorica y básica: ¿Creen que pueden ganar unilateralmente? Si la respuesta es negativa, les preguntaría ¿qué planes tienen para empezar a colaborar?
A.C: Para concluir, ¿cuál cree que es la principal habilidad que debe cultivar un líder para poder colaborar con el enemigo y resolver los problemas más complejos?
A.K: Lo primero es suspender las suposiciones. Es una forma sutil de decirles que aprendan a escuchar. Todos tienen un punto de vista, pero deben estar dispuestos a escuchar otras perspectivas y analizar otras posibles soluciones más allá de la propia.
*Aldo Civico es experto en resolución de conflictos. Ha ejercido como director del Centro de Resolución de Conflictos Internacionales de la Universidad de Columbia.
Recibe, dos veces al mes, nuestro boletín con los cinco artículos recomendados para ejercer un liderazgo más efectivo y avanzar en tu carrera profesional. Haz clic aquí.