IDEAS

Actitudes de un líder sostenible

Los cambios que perduran requieren de liderazgos que tengan mirada de largo plazo desde el punto de partida y actitudes coherentes en su ejecución.

Por Lina Rengifo*


Un verdadero líder demuestra su valía cuando logra abanderar proyectos en los que los miembros de la sociedad se beneficien. Esos proyectos deben añadir valor a cada integrante, deben ayudar a mejorar su calidad humana y de vida.

Mantener la estabilidad de la sociedad requiere liderazgo, y mantener el crecimiento requiere sostenibilidad. Hablar de sostenibilidad es definitivo para el futuro, requiere definir proyectos concretos, viables, que reúnan en una misma meta aspectos económicos, sociales y ambientales dentro de las actividades que desarrolla el ser humano. Por liderazgo entendemos muchas cosas, lo que atañe acá es la importancia del liderazgo actual; hoy se requieren líderes con conciencia global, lo que significa que cada líder tenga equilibrio entre sus planes, sus estrategias, y tenga claridad sobre el impacto que este tiene sobre el hacer de las personas que le siguen y replican sus iniciativas.

La trascendencia del liderazgo de una persona requiere obligatoriamente conciencia global, medida en la capacidad de conceptuar grandes ideas que impacten positivamente en la vida presente y futura de los miembros de la sociedad, mientras sus seguidores se mueven en la dirección señalada; como se sabe, detener el movimiento destruye las acciones que se han construido.

Que las iniciativas impacten positivamente en la sociedad es posible por el compromiso de cumplir metas establecidas. Lograr las metas siempre va a requerir que el líder establezca unos equipos de trabajo que permitan detallar cada uno de los haceres de la estrategia, en términos de garantizar los recursos disponibles y los futuros, el progreso económico y social, la biodiversidad, la rentabilidad y la cohesión de la población en torno al bien común.

Una iniciativa de gran impacto y liderazgo debe procurarles a todas las personas acceso y oportunidades. Solo el líder que piense en el largo plazo estará haciendo lo correcto. Las iniciativas deben sobrepasar los límites de lo mínimo, ir más allá del contexto y demostrarles a todas las personas el potencial de cambio, y de alto valor para los miembros de la sociedad.

Un líder que piensa en actividades de largo plazo sostenibles y benéficas para todos los miembros de la sociedad, debe apostarle a trabajar con las fortalezas, debe capitalizar las dificultades que se presenten mientras logra mantener intactas, como estandarte, las futuras y favorables condiciones sociales, económicas y medioambientales.

Una buena metáfora para hablar de iniciativas sostenibles fundamentadas en el liderazgo es la que nos enseña un árbol. Lo sé, suena raro, pero un árbol es el resultado de una semilla plantada tiempo atrás, cuyos frutos brotan en el presente y se cuida para que en el futuro broten también. De la calidad de la semilla habla la permanencia en el tiempo del árbol; de la calidad de la tierra y de sus raíces habla la estabilidad del árbol, que para nuestro caso serían las raíces crecientes en los seguidores de ese líder que, con fuerza y perseverancia, sembró iniciativas de alto valor en cada persona. De forma opuesta, las iniciativas no sostenibles, o peor aún, las iniciativas mediocres tienen un elevado costo social medido en términos de tiempo y esfuerzo versus los pocos y efímeros resultados.

La sostenibilidad y los árboles tienen en común que su crecimiento normalmente beneficia a todos. Si hemos de elegir iniciativas de alto impacto, el líder tendrá la misión de canalizar el valor de la iniciativa, y la adecuada selección de quienes ejercerán roles que potencien los resultados que se planearon en colaboración. La sostenibilidad de un proyecto con buen potencial de liderazgo exige que el líder del proyecto reconozca la excelencia en las estrategias planteadas, estrategias que pueden ser suyas o de alguien más. El líder tiene la capacidad de proponer buenas ideas, en muchas oportunidades la excelencia proviene de otros, y el talento del líder consiste en articular muy bien la estrategia y las tácticas para obtener los mejores resultados, que beneficien a las generaciones y a los tiempos venideros.

Es de vital importancia recordar que el liderazgo adquiere valor por la capacidad de influir, y lograr la acción, en otras personas. No hay nada mejor que esas acciones procuren resultados sostenibles, benéficos en el tiempo para las personas, y todo lo que incluye el bienestar de su entorno.

Las grandes estrategias necesitan tiempo suficiente para demostrar grandes resultados. Un plan de liderazgo sostenible requiere que el líder controle, en el mejor sentido de la palabra, los resultados; es decir, debe crear balances entre los diferentes intereses involucrados en las iniciativas. Este control de resultados debe hacerse continuamente para, de esa forma, dosificar el valor resultante.

Una estrategia de largo plazo, y con altas posibilidades de impacto, nunca será sostenible si las personas de la sociedad no entienden con claridad el beneficio de la estrategia. Es en este punto en donde cualquier concepto sobre sostenibilidad tiene potencial de éxito o fracaso. Un verdadero líder demuestra su valía cuando logra abanderar proyectos en los que los miembros de la sociedad se beneficien. Esos proyectos deben añadir valor a cada integrante, deben ayudar a mejorar su calidad humana y de vida.

Una estrategia promovida por un líder, cuyo valor garantice la sostenibilidad, requiere también cambios en las personas a las que impacta, porque debe involucrarlos en la consecución de la meta. Cada sueño y cada deseo por mejorar la vida de cada persona debe estar ahí, se dice fácil pero no se logra tan fácil; no todas las personas van a responder de la misma forma al estilo de liderazgo que implementa estrategias benéficas al común de las personas. La resistencia al cambio hace de las suyas, el miedo al cambio paraliza a quien no entiende la meta.

Un liderazgo sostenible debe tener la capacidad de determinar la meta común, y definir los procesos para su consecución, debe proponer las metas para el desarrollo individual de las personas. El único escenario donde la sostenibilidad es viable es en aquel en el que los beneficios son fácilmente identificables para las personas, y luego para las empresas.

Son tareas fundamentales de los líderes ayudar a los seguidores a conocerse a sí mismos y, posteriormente, a conocer el valor futuro que representa para ellos y para la colectividad la implementación de las iniciativas que han de beneficiar su futuro.

Cuando un líder planea la estrategia y desea que sea sostenible, está obligado a encontrar un eje articulador que conecte los acontecimientos pasados con los presentes, que haga viable y creciente el valor de los acontecimientos venideros. Lograr que el enfoque se ubique en los tiempos adecuados da valor al propósito de esa estrategia, hace que la meta del largo plazo sea alcanzable y medible y, cuando esto sucede, la pasión por mantener el desarrollo y la ejecución de los seguidores hace que el plan se lleve a cabo de forma orgánica y exitosa.

 

El éxito es efímero y la sostenibilidad de un plan no está garantizada por sí misma. Para introducir una estrategia de largo plazo es vital que el líder explique amplia y profundamente las razones que lo llevan a abanderar esa causa, de tal forma que ese conocimiento minimice las posibilidades de boicotear el cambio. Temer al cambio es un método de supervivencia inherente al ser humano, entonces, una explicación clara y suficiente del impacto y los beneficios hará que las personas decidan volverse seguidores, defensores y voceros de los beneficios futuros del cambio.

Un líder por si mismo no es sostenible. La sostenibilidad por si sola no perdura. El liderazgo es sostenible en la medida en que la industria, o la empresa, les apuestan a las iniciativas de los líderes, para que sus iniciativas incluyan la fuerza que tienen las industrias cuando abanderan causas en las que sus productos, misiones o visiones corporativas tienen visibles rasgos de afinidad.

Una empresa que le apuesta a la sostenibilidad, y que logra involucrar a sus consumidores en la causa, es una clara representación de la integralidad del liderazgo. Las empresas están compuestas por personas, el liderazgo es inherente a las personas y son ellas las que de forma orgánica toman la iniciativa de emprender actos de beneficio e impacto general a una comunidad; pueden ser actos de diferentes rangos de aceptación, diferentes niveles de popularidad y diferentes niveles de impacto. Lo que suele suceder también es que la empresa abandere la iniciativa de tal forma que logre transversalizar el éxito, todos sus empleados adopten el rol de seguidores y sea la empresa la que abiertamente se reconozca como líder de la iniciativa.

La situación ideal entonces será la que tenga lo necesario para que haya liderazgo sostenible en su máxima expresión; que las empresas creen, promuevan, ejecuten y abanderen iniciativas sostenibles para sí mismas y para la sociedad; iniciativas que lleven a los empleados y a los ciudadanos a ser seguidores de los proyectos, y sean voceros para otras personas; que tengan actitudes conjuntas que potencien el valor, el impacto y el resultado social.

¿Qué debería entonces motivar a los empresarios para asumir actitudes que los sitúen como líderes en su industria? La respuesta es: trascendencia generacional. Ningún empresario emprende con intención de permanecer en el corto o mediano plazo, ninguno.

Cada emprendedor, que es un líder visionario capaz de crear sus propios mercados, que piensa en grande cada día y, sobre todo, que piensa para el futuro, debe ocuparse de que sus iniciativas empresariales le permitan a la empresa la sostenibilidad económica, social y medio ambiental.

Sería primordial que mientras avanza en el camino, no perdiera ese sentido fundamental de liderazgo que tiene un emprendedor en sus primeros años, las ganas y el valor por alcanzar la meta son características propias del liderazgo, potenciadas por el espíritu empresarial.

No se podría entonces enmarcar de forma diferente el hábito de un líder sostenible sin el hilo conductor del empresariado. Esa es la forma más espontánea de entregarle valor a la sociedad de forma directa, confiable, de alto impacto y con garantías de réplica social.

 

*Lina Rengifo es profesional en finanzas y comercio exterior, economista con énfasis en banca internacional. Conferencista en temas de comunicación digital, innovación, liderazgo y emprendimiento.

*Este artículo fue originalmente publicado en Profesión Líder 2018. La presente es una versión adaptada para CUMBRE.

 

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