IDEAS

Carácter, convicción y disciplina: pilares para liderar

¿Qué nos lleva a convencernos de una causa y seguirla hasta las últimas consecuencias?

Por Lina Rengifo Niño*


Todas las personas tenemos características que, potenciadas por el deseo innato de liderar, nos abren el camino para construir día a día el líder que cada uno lleva dentro.

Las preguntas siempre serán las mismas, ¿qué fue primero el huevo o la gallina?, ¿el líder nace o se hace?, para esas preguntas existen muchas respuestas y argumentos. Cada uno de ellos variará según las creencias, la lógica y la fundamentación de la persona; entonces, podemos establecer que cada opinión tendrá como base las influencias a las que han sido sometidas las personas.

Así nace una forma básica de liderazgo, cuando se encuentra la forma más sencilla de influir en otra persona, esa persona sigue mi opinión, esa persona se convierte en mi seguidor y yo, de forma natural y momentánea, líder.

Todas las personas tenemos características que, potenciadas por el deseo innato de liderar, nos abren el camino para construir día a día el líder que cada uno lleva dentro. En esos términos, ser líder parece sencillo; entonces, ¿por qué no hay más líderes?, ¿por qué yo no soy un líder reconocido? La respuesta a simple vista parece desmotivadora, para ser un líder reconocido hay que influir en muchas personas, inspirar confianza, demostrar con hechos la integridad entre pensamiento, palabra y acción en los diferentes ámbitos de la vida y, sobre todo, que haya personas que apuesten por mí; porque mi mensaje, mi actuar, mi opinión y mi vida les motiva y les transforma.

De forma consciente o inconsciente somos seguidores de alguien, porque lo elijamos a través de una red social, a través de un movimiento político, una tendencia cultural, una banda de música, un movimiento religioso, de una tradición familiar, de una tradición social o de cualquier otra forma en la que una persona en especial llame nuestra atención por sus características intelectuales, personales, culturales, sociales, deportivas, etc.

Aquí empiezan los delgados caminos y las grandes responsabilidades del líder y su mensaje. Ese es el proceso que va a convertir a una persona anónima en una conocida, por la combinación de atención y autoridad que le otorga su capacidad de influenciar en sus semejantes.

Los mensajes que hacen eco en los seguidores tienen la posibilidad de generar una movilización que adquiere su valor social si apunta al mejoramiento, respeto o promoción de las condiciones de alguna parte de la sociedad. Estos seguidores agrupados sirven como un instrumento de sensibilización para la consecución de metas que se han fijan en procesos de reflexión.

La movilización social requiere que el líder, apalancado en su carácter y en el convencimiento del valor de su causa movilizadora, actúe en pro de una moción que respalde el bien común. Una movilización social es un grupo creciente de personas, seguidores de un líder, con plena conciencia de la importancia de la meta, que incita la ruptura de paradigmas, a la creación de nuevos modelos sociales o a la actualización de estructuras ancestrales que no responden a las necesidades actuales de las comunidades.

Las causas de las movilizaciones sociales pueden tener tantos orígenes como prioridades tengan los líderes que las encabezan, entre ellas las que tienen intereses académicos, en la defensa de los derechos de la mujer, la igualdad de género, los animalistas, las causas religiosas, los intereses medio ambientales, etc. Lo que sí debe primar en la movilización es el impacto transformacional de la comunidad, en sus valores y en sus instituciones que se verá reflejado en nuevas formas de actuar de la sociedad.

Se llega a los primeros movimientos sociales norteamericanos como el resultado de observar las organizaciones, esto para procurar el adecuado desarrollo de los individuos que trabajan en ellas. La movilización social en Europa tiene orígenes diferentes, allí primó el desarrollo del individuo, la cultura, la identidad y el desarrollo personal. El resultado fue un continente fundamentado en el humano (sin diferenciar entre lo individual y lo colectivo) donde prima la persona como centro de las necesidades y de la cotidianidad.

En ambos escenarios el líder y los seguidores encuentran su rol a través de un mensaje claro, directo y sencillo. Comunican a la sociedad los procesos que afectan e importan, esto para provocar la intervención y modificación de las formas de actuar vigentes. Es decir, la posibilidad de transformar.

La movilización social no es un invento moderno, sus orígenes datan mediados del siglo XIX con la aparición de los primeros movimientos obreros que buscaban la reivindicación de los derechos laborales, mejorar las condiciones de vida de los empleados o las condiciones económicas, sociales, culturales y de bienestar de las personas. En el siglo XXI la globalización ha favorecido la armonización de los intereses de las personas, ha aumentado el poder de influencia del líder y ha multiplicado los seguidores de las causas con trasfondo solidario.

Uno de los retos de la movilización social es el grado de protagonismo, responsabilidad y compromiso que adquiere el líder con la causa, con su establecimiento, su rol y su impacto. ¿El líder se vuelve entonces el protagonista, el dueño o el símbolo de la causa? La respuesta es no, enfáticamente no. La causa de una movilización social es la única protagonista de toda la situación; el líder, y todos los seguidores de esa causa, son símbolos de valentía, de carácter, de trabajo perseverante, decidido en y equipo, son un lugar de operación social para conseguir unas mejores condiciones a un grupo de personas.

Con la movilización social se amplían los límites del actuar colectivo, creando nuevos órdenes y nuevas formas institucionales de convivencia humana. El carácter dinámico de un movimiento social, que se instala en una comunidad, le permite adaptarse a esa sociedad. En ese momento, lo que busca la movilización, logra mimetizarse con los derechos y deberes aceptados por esa sociedad, que son asimilados como obvios para los que la conforman. La movilización social ha cumplido con el objetivo que buscaba, el reconocimiento y la aceptación de la causa.

La movilización social puede tener diferentes orígenes. Hay algunas, como la salvación de los patrimonios materiales e inmateriales, que no se pueden materializar tan fácil. Por ejemplo, la preservación de la calidad del aire usando campañas para reducir la contaminación industrial en áreas urbanas. Si bien el desarrollo industrial es importante a nivel económico, social y local, ¿quién quiere una ciudad desarrollada y con alto poder adquisitivo si no hay aire limpio para vivir?

Estas nuevas causas de movilización social, y de reivindicación de derechos, tienen como propósito crear conciencia permanente del valor de lo fundamental para las personas. De allí que el carácter del líder de esa causa es muy importante, y que se robustece cuando la sociedad reconoce que, a pesar de las polémicas, hacer las cosas correctas es necesario para el bien común, y para establecer nuevos puntos mínimos responsables con la supervivencia de las comunidades.

Hay tantos movimientos sociales, con tan diversos intereses, que se necesitan líderes capaces de asumir las causas con visión clara para no dispersarse de la meta. La causa no puede ser un asunto más en la agenda del líder, debe ser un asunto prioritario, que le apasione. En este camino, los seguidores del líder también son protagonistas de la movilización, ellos son quienes se vuelven multiplicadores del mensaje.

La movilización social está tan presente en la vida de cada persona, que todos los miembros de la sociedad estamos incluidos dentro de algún movimiento de forma voluntaria, pero somos inconscientes del impacto que generan los grupos de personas con un interés común.

Los círculos de amigos, los vecinos y los compañeros de trabajo pueden transformarse en redes activas con una meta que los moviliza como sociedad. Redes que, alimentadas por la enorme cantidad de información disponible, pueden adquirir de forma orgánica un líder que abandere una movilización social por una causa para esa y otras comunidades semejantes.

Los seguidores de una causa pueden catalogarse como ‘de bases’ cuando tienen un altísimo nivel de compromiso con el líder. En un proceso casi de obediencia se orientan hacia la protesta radical, y hacia la demostración de oposición a lo que existe, sin mayor interés en hacer parte del cambio

Los partidos políticos en su concepción y definición más pura también son considerados grupos de movilización social, solo que en ellos al líder lo eligen mediante procesos electorales y el grupo de seguidores, y multiplicadores de la causa, dependen de una organización centralizada que contextualiza y parametriza la meta común.

Entonces, una sociedad espera que el mensaje del líder de una movilización social sea claro, concreto y creativo para que se entienda fácil. Y que respete los códigos sociales para no entrar en conflicto con las personas que no pertenecen o simpatizan con su causa.

Esa movilización debe demostrar que su causa tiene un vínculo natural con la cotidianidad de las personas, que promueve un cambio que simpatice con beneficios comunes, amplios y que no solamente es un capricho temporal de un grupo de personas. Por último, debe fortalecer la reactivación de los procesos sociales para involucrar a la sociedad en los avances que debe tener una comunidad.

*Lina Rengifo es profesional en finanzas y comercio exterior, economista con énfasis en banca internacional. Conferencista en temas de comunicación digital, innovación, liderazgo y emprendimiento.

*Este artículo fue originalmente publicado en Profesión Líder 2017. La presente es una versión adaptada para CUMBRE.

 

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