EQUILIBRIO

Cinco males causados por la tecnología que no existían en las organizaciones del siglo XX

 

Y sí: el insomnio es uno de ellos.

Imagen: Pixabay CC0

No existe mejor solución para muchos de estos males que asumir el escenario laboral como una dimensión de la vida y no como la vida completa.

“Internet ha cambiado la forma de estar juntos”, dice el filósofo Jesús Martín Barbero. Desde que existe, es posible pagar recibos sin usar billetes, comprar zapatos sin visitar una tienda y ver a alguien sin tenerlo enfrente. El mundo virtual se ha convertido en una extensión del mundo real. Skype del teléfono, Wikipedia de una enciclopedia universal, un grupo de WhatsApp de las reuniones de oficina. Es una prótesis que crea nuevos espacios, instantáneos y a distancia. Que a veces libera y a veces limita.

Con la llegada de la globalización, la información se multiplica y viaja dos veces más rápido. Las empresas necesitan ser eficientes para seguir existiendo y los integrantes de sus equipos ágiles y casi inmediatos. En ambos casos, la tecnología se ha vuelto indispensable y ahora es posible relacionarse con otros a través de pantallas.

Sin embargo, si bien la tecnología del siglo XXI ha hecho las cosas más fáciles para el mundo laboral, también ha traído nuevos problemas para sus líderes. Aquí, una guía de los más frecuentes y cómo sobrevivirlos.

Nomofobia:

Quienes tienen a su cargo proyectos y grupos de trabajo desarrollan miedos irracionales a perder del celular, a quedarse sin batería o a no tener señal. Cualquiera de estas situaciones les implica desconectarse de su equipo y para ellos, esa no es una opción. Al combatirla, no existe mejor solución que asumir el escenario laboral como una dimensión de la vida y no como la vida completa. Respetar los horarios de descanso y procurar no tener conversaciones de trabajo, telefónicas o por chat, en espacios familiares y personales.

Insomnio:

El uso de dispositivos electrónicos por las noches puede traer problemas para conciliar el sueño. Un estudio publicado por la revista Americana de Ciencias (PNAS)  confirmó que la emisión de luz de onda corta altera el reloj biológico y los ritmos circadianos, reduciendo la producción de melatonina y haciendo que la fase REM, es decir, la del sueño profundo, sea de menor duración. En conclusión, pasar tiempo en el celular o en una tableta antes de dormir le hace creer al cerebro que es de día y no permite que se produzca la hormona del sueño. Para que no ocurra, el concejo es bastante sencillo —a menos de que padezcamos nomofobia severa—: no usarlos.

Problemas de sociabilidad:

Las relaciones interpersonales que se dan a partir de dispositivos tecnológicos no involucran la presencia de sus participantes. Pueden darse obviando el espacio y la distancia y, si se salen de control, hace borrosos los límites entre lo laboral, lo familiar y lo personal. A eso se suma que, desde un punto de vista afectivo, el mundo digital es un mundo empobrecido comparado con el real: permite la evasión de circunstancias presentes —no contestar— y, con el tiempo, reitera ciertas sensaciones de soledad.

Según Sherry Turkle, directora del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), es necesario evitar que las facilidades tecnológicas alteren las dinámicas sociales: que reemplacen reuniones presenciales por videoconferencias o discusiones importantes por hilos de chat. El mundo digital no es más que un facilitador del mundo real y para que el primero pueda cumplir su propósito debe seguir existiendo el segundo.

Efecto Google:

La cantidad de información que se genera en internet es imposible de cuantificar y todo lo que alguien necesita saber queda solo a un clic. Retener datos, direcciones, cifras o nombres se vuelve una tarea innecesaria y hasta un esfuerzo extra. Los procesos de memorización se han ido transformando y solo se recuerda lo que no está disponible en línea. Ejercitar cada vez menos la memoria aumenta los porcentajes de predisposición a enfermedades como el Alzheimer y la demencia senil, sin contar que la pérdida cognitiva puede acelerarse y comenzar desde los 50 años. Para retrasar estos procesos, Betsy Sparrow, sicóloga de la Universidad de Columbia, sugiere en un artículo de la revista Science memorizar listas y esquemas simples como números de teléfono, colores con los que los demás van vestidos o direcciones exactas. También leer, contar historias y aprender otros idiomas.

Síndrome de la llamada fantasma:

Según explica Larry Rosen, profesor del departamento de Sicología en la Universidad de California, en su libro IDisorder, el 70% de las personas creen haber escuchado el timbre o las alertas de su celular sin que sea cierto. La explicación es sencilla, el uso permanente del teléfono hace que el cerebro comience a asociarlo con cualquier impulso recibido por el sistema nervioso. Aunque no está calificado como un trastorno, el síndrome de la llamada o la vibración fantasma es una alerta al uso indiscriminado de apartaos tecnológicos que, según Rosen, puede tener origen en sensaciones de vacío o adicciones al trabajo.

 

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