IDEAS

Confianza y autonomía responsable: la clave de los equipos felices

Entender a los integrantes de su equipo, saber aprovechar sus talentos, conocerlos y confiar en ellos, son premisas básicas para el ejercicio de un buen liderazgo.

Por Salua García Fakih*


Imagen: @wallpaperUp CCO

“No hay nada más poderoso que las personas que creen en sí mismas. Dentro de un ambiente organizacional, los líderes, más que el poder jerárquico, tenemos el deber de impulsar a nuestro equipo y ayudarlo a descubrir su mayor potencial”.

Salua García Fakih

Hace un par de años, leí lo siguiente en un estado de Facebook: “Las empresas son la gente”. Esta frase, que tiene de obvia y sencilla lo mismo que de compleja, fue una especie de revelación en mi vida. Me di cuenta de que esa era la clave de las empresas exitosas y de los mejores líderes: tener una buena relación con sus colaboradores. Algo que, aunque nos sorprenda, se tiende a dejar de lado en el día a día.

En los años que llevo gestionando equipos de trabajo, he confirmado que las personas reaccionan positivamente frente a las tareas y responsabilidades cuando el líder logra transmitir confianza y otorgar un nivel de autonomía a sus colaboradores.

Hace dos años nació Symplifica, un emprendimiento del que hago parte como fundadora. A través de él buscamos ayudar a la formalización de empleados de hogar en Colombia usando la tecnología. Como líder, aplico dos cosas que siempre me han funcionado en el momento de guiar a mi equipo: ser honesta con lo que espero de una persona y su rol frente al proyecto, y mantener una conversación entre iguales que humaniza nuestro trabajo y nos permite hablar de miedos y expectativas. Creo que el mito de “la soledad del líder” está más bien revaluado, pues si bien es cierto que dirigir equipos es retador, al tiempo debería ser la más normal de las funciones: liderar relaciones positivas.

Estoy convencida de que no hay nada más poderoso que las personas que creen en sí mismas. Dentro de un ambiente organizacional, los líderes, más que el poder jerárquico, tenemos el deber de impulsar a nuestro equipo y ayudarlo a descubrir su mayor potencial. Cuando uno cree en las personas ellas automáticamente empiezan a creer en sí mismas y esto se va convirtiendo en una cadena virtuosa que al final se refleja no sólo en lo que el cliente percibe, sino en toda la cadena de valor: los proveedores, los colaboradores y los socios.

En términos prácticos, confiar en el equipo es, por ejemplo, ser flexible como organización, permitir el trabajo remoto, administrar un horario que se acomode a las necesidades de todos, creer en nuestros colaboradores y proporcionar una retroalimentación sincera. Atrás quedaron las organizaciones industriales en las que el trabajo se reducía a la ejecución mecánica de tareas. Hoy en día, se trata de personas: cómo aprovechamos e inspiramos a nuestros colaboradores para ser y hacer mejor.

Para establecer un ambiente en donde cada uno pueda creer en el otro hay que lograr un balance entre empoderar y controlar. Es así como llegamos a hablar de ‘autonomía responsable’ en la gestión de equipos de trabajo. Hay diferentes maneras de ejercerla sin sacrificar la rendición de cuentas o el control del negocio que al final van a reflejarse en el bienestar y, de manera orgánica, en la lealtad de los colaboradores con su trabajo. Yo suelo trazar indicadores que miden la gestión y le permiten al colaborador conocer sus barreras y límites. De esta manera, juntos podemos tener un control de calidad sobre su ejercicio sin tener que llegar a la microgerencia del día a día, que puede ser muy desgastante. Siempre será mucho más conveniente y efectivo establecer las reglas de juego con transparencia.

A menudo escuchamos que el trato con las personas es lo más difícil y retador de la vida laboral, es cierto y resulta inherente a todas las relaciones humanas. Tener gente a cargo puede ser complejo y requiere una altísima responsabilidad que para cumplirse exige tiempo, conversaciones, conocimiento del otro y de uno mismo. La confianza y la autonomía responsable se verán reflejadas en ambientes de trabajo más felices y armónicos dentro de las empresas.

Como líder es importante tener plena conciencia del termostato emocional de la compañía. No conectarse ni entender las emociones individuales y colectivas genera depredadores invisibles de la pasión y el compromiso. El bienestar humano es el resultado del poder de la innovación y del impacto positivo en la resolución de problemas en grupo, algo que, naturalmente, se verá reflejado globalmente.

Por último, liderar personas es una de las oportunidades más enriquecedoras de la vida. Tener un espacio para reconocer e impulsar sus talentos, procurando con entusiasmo que ser parte del equipo los convierta en mejores profesionales y mejores seres humanos. Además, es un proceso gratificante, de constante crecimiento e invaluable aprendizaje.

*Salua García es cofundadora de Symplifica, tiene una maestría en emprendimiento e innovación de la Universidad del Rosario.

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