IDEAS
El desarrollo que no deja a nadie atrás
En tiempos de posconflicto, lograr desarrollo inclusivo es uno de los principales retos para integrar las zonas más apartadas e históricamente olvidadas del país. Lina Arbeláez explica cómo.
Por Lina Arbeláez*
Archivo CUMBRE
“Muchos establecen que Colombia puede llegar a ser la despensa del mundo en materia de alimentos, pero es imposible si no llegamos con un mínimo de infraestructura y conectamos a las personas”.
Lina Arbeláez
Una de las grandes afectaciones del conflicto armado en el territorio ha sido el rezago de municipios y veredas. Las brechas socio económicas en Colombia se pueden clasificar en dos vías, la primera territorial y, por otra parte, la población. Si bien es cierto que Colombia ha logrado sacar a millones de personas de la pobreza en los últimos años, es evidente que la desigualdad persiste en las zonas rurales del país. Asimismo, a pobreza se concentra en afros, indígenas, mujeres y jóvenes. En este sentido, el gran desafío que tiene el país es lograr el desarrollo inclusivo, donde no se deje a nadie atrás, tal y como lo establece la agenda 2030.
La agenda 2030 tiene muchas virtudes, entre ellas, ser una agenda ambiciosa y concertada entre diversos actores que busca reacomodar las fichas del gran tablero de ajedrez en materia económica, social y ambiental. Los ODS, que tiene como plataforma de implementación 17 objetivos y 169 metas, puede ser la gran herramienta para lograr darle visibilidad a los invisibles de Colombia, como lo ha expresado Fernando Herrera, así como para concentrarnos en el desarrollo sostenible como la mejor apuesta para consolidar la paz.
El ejemplo perfecto de lo anterior es Manos a la Obra para la Paz (MOpP), programa desarrollado entre el Gobierno Nacional y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD. MOpP fue concebido en el marco del posconflicto con el ánimo de llegar a territorios afectados por el conflicto armado y con altos índices de pobreza multidimensional a través de la construcción de obras de infraestructura, como puentes colgantes, vías terciarias, centros de acopio, sistemas de riego y placas polideportivas multifuncionales, entre otros. Pero, más allá de lograr un esquema en el que la institucionalidad llegara a estos territorios olvidados, era un logro mayúsculo en materia de desarrollo, en la medida en que se pudo contar con infraestructura indispensable para dinamizar la economía local, se establecieron esquemas de reconstrucción del tejido social, empoderamiento de las organizaciones sociales de base y la generación de empleo formal temporal.
En palabras de Ever Córdoba, uno de los líderes más importantes del Descanse Cauca, su comunidad pasó de tener que atravesar ríos, quebradas y trochas para llegar a Mocoa, después de 14 horas, a poder contar con dos puentes colgantes, tres pasarelas y la apertura de un camino de herradura para llegar en menos de 6 horas a la capital del Putumayo. Esto, sin lugar a duda, es un logro que salda deudas históricas con los territorios.
Muchos establecen que Colombia puede llegar a ser la despensa del mundo en materia de alimentos, pero es imposible si no llegamos con un mínimo de infraestructura y conectamos a las personas. La comunidad internacional lo ha entendido, y fue precisamente Ever quien logró transmitir este mensaje, cuando, rodeado por el frio inclemente de Nueva York en noviembre de 2017, le pidió a la UN Peacebuilding Comission, que no se rindieran con nuestro país. “Nosotros no queremos volver a la guerra, no queremos jóvenes sin educación, no queremos niños abandonados, no queremos padres de familia pidiendo limosna, no queremos más desplazados. Fortalecer las organizaciones sociales, empezando por nuestras comunidades, es la base para que ellas mismas puedan buscar el desarrollo.”
Ever nos contó a todos que “el conflicto armado nos afectó profundamente; por eso lograr esquemas que generen desarrollo nos marca en la historia y es importante no repetir los momentos de violencia que han marcado nuestro pasado. El programa Manos a la Obra para la Paz, en el cual nosotros, las comunidades fuimos los protagonistas, los constructores de futuro, representa un camino para construir una paz. Pero a estas iniciativas debemos sumarle la protección de nuestro medio ambiente, los proyectos productivos y el fortalecimiento de nuestras organizaciones. El campo está a la espera de la unión de fuerza para transformarse. Que reine la paz y que la paz sea con ustedes por que Colombia está viva.”
Su mensaje claramente sigue retumbando en las paredes de ese gran y majestuoso edificio de las Naciones Unidas, no sólo por sus palabras, sino por su empoderamiento, su carisma y su gran compromiso con la reconstrucción de este país maravillosamente resiliente. Y porque Manos a la Obra pasa, de ser un proyecto, a ser el mecanismo mediante el cual las comunidades en el país empiezan a creer que son ellos los sujetos activos responsables de su propio desarrollo.
Manos a la Obra fue el pilar para la construcción de la estrategia PICS de la ART, y hoy tenemos sobre nuestros hombros la gran satisfacción de tener más de 180 obras terminadas, de haber fortalecido a más de 60 organizaciones de base e impactar más de 160 mil personas, quienes necesitaban de una mirada diversa del desarrollo, como lo establece el ODS 9 en materia de infraestructura, el 10 frente a reducción de las desigualdades y el gran esfuerzo que debemos hacer para sacar y mantener fuera de la pobreza a millones de colombianos.
*Lina Arbeláez es la gerente nacional para la reducción de pobreza e inequidad del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Colombia
*Este artículo fue originalmente publicado en Profesión Líder 2018. La presente es una versión adaptada para CUMBRE.
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