LIDERAZGO GLOBAL
En defensa del intermediario
El intermediario suele ser asociado con trabas y costos. En algunos casos, sin embargo, su rol es tan importante como el de una artería para el corazón.
Por CUMBRE
Los intermediarios suelen ser vistos como obstrucciones innecesarias en el funcionamiento de la sociedad. La tendencia es a asociarlos con burocracia (en su sentido peyorativo): personas cuyo trabajo es ralentizar los procesos, imponer trabas, y, en el proceso, llevarse una tajada de la transacción.
Julie Eracleous, directora de Carreras y Colocación Profesional en la universidad de Nova SBE en Lisboa, Portugal, se encuentra en una posición privilegiada. Desde su rol puede observar –como lo hiciera en su momento Charles Darwin– la adaptación de los organismos. Pero Eracleous cuenta con una ventaja respecto del científico inglés: mientras este último sólo podía observar lo que el presente le indicaba sobre procesos evolutivos que tomaron muchos años, la originaria de Chipre estudia organismos que están cambiando constantemente y cuyas mutaciones pueden advertirse en cuestión de meses: los estudiantes y las empresas.
Tan importante como una arteria que lleva sangre al corazón, Eracleous es ese vínculo entre las empresas y los profesionales. De su trabajo dependen los estudiantes, que buscan carreras profesionales que sean satisfactorias, y las empresas, que requieren del talento humano para funcionar y sobresalir.
En ese esfuerzo por hacer circular libremente la sangre de la economía, Eracleous hace bien en cargar una libreta de apuntes. Y es que en un mercado laboral tan cambiante se requiere de un verdadero observador darwiniano para discernir entre las tendencias realmente importantes y aquellas que, aunque hacen ruido, pasan a la historia como meramente coyunturales.
En busca de impacto
Uno de los principales aspectos que ha advertido Eracleous tiene que ver con lo que los nuevos profesionales esperan del trabajo. Mientras que las aspiraciones profesionales de generaciones anteriores se relacionaban con la búsqueda de la estabilidad, las nuevas valoran en mayor medida la creación de impacto y la trascendencia de su paso por la tierra. Se trata de profesionales que quieren dejar huella, pero que, además, quieren medir esa huella y verla asentarse en tiempo real.
No es una percepción aislada de quien observa de cerca el mercado laboral, los datos lo confirman. Un estudio multigeneracional sobre las metas a largo plazo de más de 1700 trabajadores encontró que la meta más común entre millennials era la de crear un impacto positivo en su organización (25%), seguida por ayudar a solucionar retos sociales y ambientales (22%). Si bien las respuestas de miembros de la generación X y de Baby Boomers fueron similares, lo cierto es que la de los millennials –que para 2020 conformará dos tercios de la fuerza laboral– es la primera generación que comunica con fuerza esta mentalidad y, más importante, la primera que la ha incorporado en su toma de decisiones profesionales.
Las empresas están al tanto de los ideales de impacto de los candidatos y han comenzado a adaptarse en consecuencia. Claro está, no todas pueden ofrecerles a sus colaboradores impacto social directo a través de su trabajo. Esto, para las consultoras y bancas de inversión (destinos por excelencia de los graduandos de Nova SBE), implicaría replantear su modelo de negocio. Ha surgido, entonces, una alternativa de impacto indirecto: la compañía financia al empleado para que uno de los cinco días de la semana pueda trabajar para una organización social.
Esta mutación es tan solo una de las muchas que las empresas han comenzado a desplegar para mantenerse competitivas. Y es que, como afirma Eracleous, “no son las compañías las que eligen candidatos, estamos en un mercado de candidatos”. Lejos quedaron las épocas en las que bastaba con que la empresa liberara su línea de pesca para sacar del fondo del lago un gran número de hojas de vida de candidatos calificados. La necesidad urgente de contar con el mejor talento especializado y la escasez del mismo han derivado en una abundancia de opciones para aquellos candidatos que por primera vez presentan sus hojas de vida.
Una espada de doble filo
Mientras que las empresas mutan hacia organismos más atractivos para atraer el mejor talento, el talento –esto es los estudiantes– sufre una mutación algo distinta en los primeros meses de entrar a su primer trabajo: pasan de ser jóvenes soñadores, idealistas del impacto y del cambio social, a pesimistas que creen que han desperdiciado sus vidas por haber escogido una trayectoria de carrera equivocada.
“A los seis meses se dan cuenta que ese trabajo no era para ellos y creen que están sentenciados a una vida de infelicidad” asegura Eracleous, que ha vivido de cerca más de una crisis existencial de sus estudiantes y se ha vuelto experta en su solución – “en esos momentos es bueno recordarles dos cosas: primero que respiren y segundo que incluso si se equivocaron de trayectoria, desarrollaron habilidades que les van a servir en el futuro”.
La reacción de estos jóvenes profesionales puede ser desmedida, pero lo cierto es que responde a un fenómeno que ha marcado su adolescencia: la gratificación instantánea. La costumbre de poder obtener todo a un clic de distancia les ha generado una serie de expectativas irracionales sobre la vida laboral – esperan encontrar, en ese primer trabajo, pasión y significado en su trabajo, ambientes de trabajo amigables, excelentes salarios de entrada, entre otras.
¿Cómo detener, entonces, la mutación de una generación soñadora hacia una frustrada e inconforme? Eracleous no tiene la respuesta. Eso sí, en Nova SBE han comenzado a implementar, en los últimos años de pregrado, talleres que buscan preparar a los estudiantes para la vida laboral. Talleres de autoconocimiento que pretenden ayudarle al estudiante a descubrir sus fortalezas y a planificar conscientemente sus primeros pasos profesionales.
Soluciones desde la observación
Los talleres de preparación para estudiantes son producto de la labor de Eracleous. Y es que su observación del talento y del mercado laboral no es una pasiva, sino una activa: observa, escucha y responde a las necesidades de sus objetos de estudio. Esto obedece a que Eracleous entiende que las soluciones a los problemas del siglo XXI rara vez se encuentran en textos académicos; hace falta salir a la calle y conversar con los involucrados.
La misma explicación está detrás de los cursos de analítica de datos y programación, que recientemente han sido incluidos en el pensum del pregrado – una respuesta directa a la retroalimentación que Eracleous y su equipo han recibido de empresas y que habilitan un verdadero gana-gana para estudiantes –que ahora son más atractivos para el mercado– y empresas –que se benefician del talento calificado–.
Los intermediarios suelen ser vistos como obstrucciones innecesarias en el funcionamiento de la sociedad. La tendencia es a asociarlos con burocracia (en su sentido peyorativo): personas cuyo trabajo es ralentizar los procesos, imponer trabas, y, en el proceso, llevarse una tajada de la transacción. Pero hay otra manera de entenderlos – como conductos. De la misma manera como una arteria es un conducto que permite a la sangre llegar al corazón, hay intermediarios que sirven de canal para que dos elementos, en principio aislados, se encuentren y –ojalá– en su unión creen más valor de lo que haría la mera suma aritmética de sus partes.
Un intermediario que haga un ejercicio juicioso de observación –que escuche a las partes, que entienda los puntos de desconexión y ofrezca formulas para su reconexión– bien puede ser la diferencia entre un ecosistema ineficiente o uno próspero. La diferencia entre graduados frustrados y graduados plenos; entre empresas letárgicas y empresas competitivas.
*Este artículo hace parte del especial Liderazgo global, que busca explorar experiencias de liderazgo a través de un mundo interconectado.
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