PERSONAJES

“No ser corrupto es lo más innovador que puede hacer un empresario”

Luis Miguel Zubieta lidera la única PyME en Colombia que está inscrita en un programa contra los fraudes.

Por Santiago Valenzuela


Ilustración por Luis Felipe Hernández

“En la prevención de la corrupción, la detección y la sanción son importantes. Si las personas saben que hay sanciones, el nivel de awareness aumenta”.

Luis Miguel Zubieta

No es un secreto: la corrupción está enquistada en el sector público y privado. Lo ha dicho Kroll, la consultora mundial en mitigación de riesgos: el 93% de las empresas en el mundo tienen como preocupación central el pago de sobornos dentro de sus compañías. El 70% de las mismas, agrega la firma, son vulnerables a la corrupción. En Colombia la situación no es alentadora. Según Trasparencia por Colombia, el 91% de los empresarios del país reconoce que es común el uso de sobornos en el mundo de los negocios y, por si fuera poco, el valor de los pagos ilícitos usualmente  alcanza hasta el 17.3% del valor de los contratos.

En Colombia hasta ahora están germinando estrategias para prevenir la corrupción en el sector privado. Una de las más conocidas es Empresas Activas Anticorrupción, creada en 2014 por la Secretaría de Transparencia de la Presidencia de la República. Gabriel Cifuentes, cabeza de esta entidad, cuenta que la iniciativa surgió para hacerle frente a una verdad incómoda: en un país donde la corrupción es el pan de cada día, “la ecuación es en doble vía, para que exista un funcionario sobornado debe existir quien soborne. Ahí es donde entra la corresponsabilidad del sector privado”.

Lo que ha buscado la Secretaría de Transparencia con esta estrategia es que las empresas adopten mecanismos comunes de rendición de cuentas, entre otras prácticas útiles para evitar la corrupción. Aquellas compañías que demuestren que están trabajando por mejorar el control interno, los registros contables, la revisión y monitoreo de programas de cumplimiento, la transparencia en los  patrocinios, la revelación de conflictos de intereses y los  procedimientos de prevención en áreas de riesgo, como las contribuciones políticas, son seleccionadas como empresas activas anticorrupción. Más que un premio, es un registro, pues algunas de las empresas que hacen parte de este programa están siendo investigadas en otros frentes. Es el caso de Cementos Argos, investigada actualmente por la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) por incurrir en presuntas prácticas que violarían la libre competencia.  

La única PyME que está dentro de las empresas activas contra la corrupción es Sintecto, especializada en la prevención de riesgos asociados a selección de proveedores, empleados y clientes. Es un caso particular, pues en el año 2000, cuando el mayor (r) Eduardo Zubieta creó la empresa, existía en el sector privado la necesidad de hacerle frente a los atentados, robos y pescas milagrosas. Con los cambios que se presentaron en el país, Zubieta comenzó a ofrecer estrategias de seguridad con base en lo que  había aprendido en el área de inteligencia de las Fuerzas Militares, como el uso de polígrafo.

De asesorar a las empresas en aspectos de seguridad física, Sintecto pasó a revisar hojas de vida, buscando disminuir los riesgos de corrupción desde una de las facetas más básicas: la selección de personal. A cargo de la empresa está el hijo del mayor (r) Zubieta, Luis Miguel, quien desde el campo de la tecnología ha ampliado la oferta de negocios en cuatro líneas: integridad, transparencia, cumplimiento y consultoría. En estos cuatro frentes, la compañía ha abierto cerca de 100.000 casos de investigación.

¿Hace cuánto tiempo llegó a la gerencia de Sintecto?

Llevo trabajando ocho años en la empresa, de los 17 que tiene. Esta era una empresa familiar, la fundó mi papá. En esta evolución de la segunda generación, soy el único de la familia que continúa en la compañía. Antes era una empresa donde trabajaban dos o tres empleados, ahora estamos empleando a 70 personas directamente y a más de 100 indirectamente.

¿Cómo llegaron hasta acá?

En el año 2000, las empresas enfrentaban muchas amenazas y tenían una necesidad impresionante de garantizar su seguridad física. Mi papá identificó que nadie les ayudaba a distribuir los recursos según sus necesidades. Lo que hacían, ante una incertidumbre gigante por el riesgo, era comprar puertas blindadas y aumentar drásticamente los vigilantes, entre otras medidas. Sintecto comenzó a hacer consultorías para ayudarles a tomar las mejores decisiones. Siete años después un cliente le pidió a mi papá que hiciera un estudio de seguridad de personas y ahí nos dimos cuenta de que la dinámica del país estaba cambiando, que los riesgos ya no eran los mismos. Ya no se estaban robando las cargas en las carretas, ahora los riesgos estaban en la contratación de personal, en todo el esquema de preempleo. Ese fue el primer aspecto en el que empezamos a trabajar.

¿A qué se refiere con esquema de preempleo?

El esquema consistía en identificar si lo que decía una persona en  la hoja de vida era cierto, además de hacer un análisis sobre el riesgo social de la persona, con visitas domiciliarias y análisis de antecedentes. Cuando yo llegué, en 2010, había alrededor de 15 clientes. Lo que hice fue sistematizar los procesos y comenzamos la transformación digital. Los estudios de riesgo fueron renovándose, comenzamos a utilizar nuevas herramientas, como pruebas psicotécnicas, pruebas de detección de mentiras, censos internos, entre otras.

¿En qué consiste el uso del polígrafo en estas pruebas?

Nosotros seguimos las normas de la Asociación de Poligrafistas Americanos (APA). A una persona se le hacen preguntas libres por hora y media y después cuatro preguntas específicas conectada a un aparato que dice si estaba o no nerviosa. Con esta herramienta nos hemos dado cuenta de que las personas cuentan cosas que antes no habían denunciado. Sin embargo, hay que entender que, así sea con polígrafo, un control nunca va a llegar a ser 100% efectivo.

¿En qué casos específicos recomienda el uso del polígrafo?

Su efectividad más alta es cuando hay un fraude específico y se quiere identificar quién fue la persona que tuvo un rol estratégico a la hora de cometer el fraude.

Ese sistema, el de prevenir los riesgos de corrupción en las empresas, ¿es solamente aplicado por Sintecto?

En Colombia hay más de 15 empresas —las grandes firmas auditoras, las famosas big four— que hacen lo mismo que nosotros. De hecho, hay diferentes facetas que nosotros no abordamos. Están las que hacen análisis de los computadores para ver si enviaron o no un correo electrónico  y aportan esas pruebas en una imputación de cargos. Son empresas súper especializadas. Nosotros tenemos 130 empresas que consumen alguna de las cuatro líneas de negocios que ofrecemos. Lo que hacemos es acompañarlas en diferentes procesos, incluidos los de transparencia.

¿Cómo termina metido en todo esto de la transparencia, de los controles?

Toda la vida he estudiado temas asociados a tecnología. Mi pregrado es ingeniería mecatrónica y estaba haciendo un doctorado en ingeniería biomédica cuando llegué a la gerencia de Sintecto. Después me vinculé a la ACFE (Association of Certified Fraud Examiners), una agremiación con más de 80.000 miembros, donde se comparten las mejores prácticas de la lucha contra el fraude a nivel mundial (lea las claves de ACFE para atacar la corrupción al final de esta entrevista).

¿Qué es lo más difícil de asumir un cargo de liderazgo como el suyo?

Asumir una gerencia es irse todos los días a la casa sabiendo que cientos de familias dependen de sus decisiones. Es algo duro. Uno tiene que entrar a conciliar la conciencia diariamente, ser absolutamente responsable y tomar decisiones a largo plazo que, aunque no sean las más rentables en el corto plazo, garantizan la sostenibilidad de negocio. Y para eso hay que estar comprometido con todos los temas anticorrupción.

¿Por qué ocurre el fraude? 

Donald Cressey diseñó un triángulo que busca explicar las variables que lo provocan. Según él, para que se presente un fraude la persona debe tener una necesidad. Además, tiene que haber una ausencia de mecanismos de detección y sanción, es decir, de control. Finalmente, la persona debe tener una justificación para cometer el acto. Esto es importante porque es un tema asociado a la consciencia: así la persona tenga la necesidad y no existan controles, si no justifica el fraude, pues no lo va a hacer.

¿Cómo pone usted en práctica esta teoría?

Cuando hacemos un acompañamiento a las empresas les ayudamos a detectar en los procesos de ingreso que las personas no tengan la tendencia a fallar en el aspecto ético. Lo hacemos a través de mecanismos estadísticos. Identificar la necesidad es muy variable, y más en un país tan desigual como el nuestro. Los controles usualmente son muy costosos. Lo que nosotros tratamos de hacer es identificar los riesgos de corrupción haciendo una trazabilidad de la probabilidad de ocurrencia. Implementar todo tipo de controles resulta muy costoso.

¿Qué quiere decir eso?

Que es inviable económicamente hacer un negocio completamente ausente del fraude. Todas las compañías corren riesgos, algunas trabajan en el control, otros dicen que controlan el nivel de fraude, otros dicen que confían en su gente. Nosotros creemos que es importante la detección y la sanción. Si las personas saben que hay sanciones, el nivel de awareness aumenta. Cuando no hay suficientes sanciones, un empleado puede cometer un fraude bajo la premisa de que “nadie se va a dar cuenta”.

 

¿En qué pueden estar fallando los empresarios en materia de ética?

Hacer empresa en Colombia es difícil. Para hacerlo bien es necesario, como primera medida, escoger bien la gente, no ceder ante los temas de integridad y ética. Sí tienen un ruido en el proceso de selección, sean tajantes, así la persona pueda resolver el problema técnico que necesita la empresa. Si uno tiene indicios sobre una persona que puede cometer fraude, ya tiene un 15% de probabilidades de que la persona lo cometa. Si mañana la persona lo roba, usted va a decir: lo sabía. Y usted, como gerente, no se puede permitir eso bajo ningún aspecto.  No se trata de que una persona cumpla el perfil y ya.

¿En su compañía cómo asumen estos controles? ¿Cómo manejan un caso de fraude?

Aquí la gente lo tiene claro: errores los cometemos todos, pero una mala práctica tiene una sanción muy severa. Acá no es tan común el fraude, no es que yo venda papas entonces van a vender dos de más y no las van a cobrar. El esquema contractual que tenemos con nuestros clientes es muy específico e impide que se constituyan fraudes.

¿Hasta qué punto llega la relación de confianza con sus empleados?

La cohesión de grupo es uno de los controles más robustos que existen. Un grupo apuntando hacia un mismo lado, con personas que saben de corazón hacia dónde va la empresa y su aporte a la sociedad, es un control muy eficaz.

TOME NOTA

Estos son algunos de los mecanismos que recomienda la Asociación de Examinadores de Fraude Certificados y que están siendo incorporados en Sintecto.

Datos abiertos a los empleados: ser honesto sobre las licitaciones que salen, las que no, y los recursos financieros que representan las decisiones de la alta gerencia.

Crear un Código de Ética y socializarla con los empleados. El Código de Ética, según Acfe, debe ser incorporado por los trabajadores, por lo cual recomiendan actualizaciones y conversaciones recurrentes alrededor del problema.

Implementar una línea de reporte de irregularidades y modelos analíticos automatizado (Fraud Managment Software).

Segregación de la responsabilidad (Fraud risk ownership) de los riesgos de fraude. Que una sola persona no sea la encargada de evaluar estos casos ni de tener a cargo, en todas sus fases, un proceso que involucre recursos.

Auditorías sorpresivas para detectar fraudes.

 

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