PERSONAJES

El inventor del mundo

Una entrevista con Paolo Lugari, creador del Centro Las Gaviotas o, como diría Gabriel García Márquez, inventor del mundo.

Por Juan David Aristizábal


Imagen: TED Ceiba

“La de la sustentabilidad es la única revolución que yo veo necesaria en el mundo, obviamente con paz y armonía, pero con entusiasmo y tesón”.

Paolo Lugari 

*Esta entrevista fue originalmente publicada en la revista Buena nota, en el año 2007. La presente es una versión adaptada para CUMBRE.

 

Al comienzo de la década de los 80’s, Paolo Lugari, en un recorrido por Colombia, llegó a la mitad de la llanura del Vichada. “Lejos de todo y cerca de nada” recordaría Lugari unos años después, sobre ese punto geográfico en el que parecía nada podía florecer. Lo que ha hecho Lugari y los habitantes del Centro las Gaviotas ha sido más que florecer. Han creado en aquel punto vacío que no albergaba nada, una comunidad autosustentable y un bosque de pinos que desafía el terreno tropical en el que reposan sus raíces. Lo que ha logrado Lugari es la materialización de una utopía. Una gesta que le ha valido todo tipo de premios y reconocimientos, pero ninguno más especial que el que le hizo Gabriel García Márquez cuando lo llamó “el inventor del mundo”.

 

Juan David Aristizábal [JDA]: Usted ha sido catalogado como el inventor del mundo por Gabriel García Márquez, ¿qué lo motivó a crear el Centro Las Gaviotas?

Paolo Lugari [PL]: Bueno, lo único que hemos hecho es crear un pequeño mundo de Gaviotas, a lo que yo llamo microcosmos, inspirado en la racionalidad de las condiciones sociales, económicas y medioambientales de nuestro entorno. Al mismo tiempo, el microcosmos de Gaviotas demuestra que, si ahí es posible hacer un proyecto de sustentabilidad, en cualquier parte del trópico es posible. Es muy difícil encontrar un sitio con más obstáculos para hacer un proyecto como el de Gaviotas, que se encuentra en el trópico del trópico.

 

JDA: Cuéntenos cómo nació Gaviotas…

PL: Gaviotas nació por lo que yo llamo el azar del caos, nace más de la causalidad que de la casualidad, en el sentido de que todo se debió a un encuentro con un amigo payanés que acababa de hacer una gira geográfica por el Vichada, y él venia excitado por todo lo que encontró allá, tanto por la naturaleza y por su potencial para hacer un desarrollo sustentable. Si yo ese día me hubiera duchado cinco minutos más, no me hubiera encontrado con este amigo payanés y Gaviotas no existiría. Es decir, los detalles, los mínimos encuentros, le pueden cambiar a uno el proyecto de vida.

Eso fue lo que a mí me sucedió y fue la causa por la cual viajé con mi padre, que era abogado y geógrafo, a la llanura colombiana en un viaje que duró dos meses. Pasamos los ríos con balsas hechas a base de canecas, rejo y tablas que, junto a la cerveza, es lo único que se encuentra en cualquier lugar de Colombia así sea el más inexplorado, y llegamos a este sitio que denominamos Gaviotas.

Lo llamamos Gaviotas porque debajo de la hamaca de mi padre y de la mía se posaron dos gaviotas rojas continentales no marinas y, como no nos vieron como enemigos de ese ecosistema, se quedaron tranquilas durante un tiempo. El mismo nombre indica que es un proyecto no lineal, que se sale de los esquemas convencionales. Otro lo hubiera llamado Centro para la investigación del trópico húmedo ecuatorial orinoqués, pero no. Nosotros quisimos que fuera un nombre amable, el ave de gaviotas es un sinónimo de apertura, de libertad, de poder pensar fuera de los textos que es lo que es realmente pensar porque lo otro es estudiar.

 

JDA: ¿Pero cómo no quedarse estancado sólo pensando? 

PL: El pensar es importante para la vida y además dicen que cuando uno está pensado y tiene bastante actividad mental es la mejor manera de combatir el Alzheimer, entonces también tiene esa motivación. Y al fin y al cabo todo proyecto es el resultado de una elaboración mental, ya sea individual o colectiva; no se concibe de otra manera y, después de tener el sueño en la cabeza, la madurez consiste en realizarlo. Obviamente con aproximaciones, fracasos y aciertos, pero ese andar de hacer el camino durante la marcha, hace que el proyecto pase de ser un utópico a un tópico.

Utopía quiere decir algo que no existe y topia quiere decir algo que ya existe. Pero en Gaviotas cuando terminamos siendo algo tópico, nos aburrimos y decidimos recrear nuevas utopías que es la parte naturalmente más agradable de nuestro trabajo porque es cuando pasamos los linderos de lo tradicional y muchas veces lo tradicional es lo mismo que nosotros hemos innovado después de varios años.

 

JDA: ¿Cuáles fueron esos proyectos con los que empezaron y en que querían convertir ese lugar?

PL: Sabíamos que debíamos trabajar con armonía productiva con la naturaleza, no solo contemplativa. Es decir, nuestro trabajo era, además de conservar la naturaleza, fortificarla. Y no es de tener un bajo impacto ambiental sino de crear un impacto ambiental positivo, algo que va más allá del concepto de cero impacto ambiental. Luego todo lo demás se fue dando, con un trabajo muy intenso pero libre, sin programación, sin planeación, porque lo único planificado era no planificar. Porque si nosotros vamos a un sitio totalmente desconocido no podemos planificar ese entorno con enseñanzas que no tienen nada que ver con el trópico cálido, por eso nosotros teníamos que estar en contradicción permanente para poder hallar los caminos acertados.

 

JDA: ¿Se trataba de ser autodidactas?

PL: No propiamente, porque en Gaviotas teníamos la posibilidad de hablar con gente externa. Posiblemente yo he tenido más profesores que un estudiante convencional, porque han sido los profesores que yo he querido, en la forma que he querido y cuando yo he querido.

 

JDA: ¿Se podría decir que la no planificación ha sido transversal a todo el proyecto?

PL: Si Gaviotas hubiera sido planificada y programada, que entre otras hubiera sido planificada con conocimientos que no concordaban con las circunstancias, habría fracasado con toda seguridad.

 

JDA: ¿Usted que sentía en esos meses iniciales?

PL: Entusiasmo porque sin entusiasmo no hay nada que hacer. Mi padre repetía una frase que yo tengo esculpida en Gaviotas que dice “Vale más una persona con entusiasmo que un Nobel deprimido”. Creo que no se puede hacer nada sin entusiasmo. Yo nunca he creído en inteligencias sectoriales, he creído en inteligencias totales en donde el motor es la inteligencia emocional.

 

JDA: ¿Usted se imaginó que, 30 años después, el proyecto iba estar donde está hoy?

PL: No, nunca me imaginé que llegara a los niveles de desarrollo alternativo que hay en Gaviotas. Terminamos haciendo cosas muy diferentes, pero el único eje en el cual estábamos era hacer algo sustentable que trabajara en armonía con la naturaleza.

 

JDA: ¿Cuáles son esos proyectos sustentables que desarrollan en Gaviotas?

PL: Gaviotas es sustentable, es decir es auto sostenible. Es una larga lista, nada en Gaviotas está fuera de contexto y aquí vale la pena una frase de Leonardo Davinci que decía que todo está en todo, todo viene de todo y todo está hecho de todo. Por eso en Gaviotas la especialidad se respeta, pero siempre que venga y se origine como el resultado del todo. Allá las personas son generalistas y luego fuertes especialistas en un área, porque cuando un especialista no conoce el todo, toma decisiones que pueden afectar al todo. Por eso los cargos en Gaviotas son rotatorios, cada dos años se cambia a quienes desempeñan una función para que se den cuenta de cómo su función afecta el todo.

 

JDA: ¿Usted cree que la especialización del conocimiento hace perder el concepto general?

PL: No hay la menor duda, Juan David. La especialización es departamentalizar el cerebro, como si el cerebro trabajara de una manera tan puntual. La verdad a mí me parece que se trata, hasta cierto punto, de una violencia pasiva porque le quita al cerebro unas capacidades extraordinarias de estar en varios caminos al mismo tiempo. Yo también comprendo que en la parte práctica de la vida, las personas para tener unos ingresos necesitan ser fuertes en algo, especializarse pero como algo posterior a lo básico. Un premio nobel que se especialice solo en algo puede ser hasta peligroso porque nunca sabe como su descubrimiento puede afectar al todo y sobre esto puedo darte veinticinco ejemplos.

 

JDA: Si todo está en todo, ¿cuál es el papel que tenemos los ciudadanos para mejorar las cosas?

PL: La tarea de todos los habitantes de este planeta es empezar a comprender o conocer el todo.  El gran desafío nuestro es recuperar la tierra, que debería ser un propósito mundial como el que planteó John F. Kennedy para que el hombre llegará a la luna –y lo logró–.Yo creo que podemos hacer algo por este planeta y es posible seguir existiendo si hacemos algo. Debemos dejar de seguir usando combustibles fósiles que es desenterrar nuestra basura de hace millones de años y botarla a la atmósfera.

Parece que la gente no ve la crisis, es como cuando uno deja de visitar barrios pobres, se le puede olvidar que hay pobreza. Es difícil que la gente reaccione ante esto porque existe una desconexión entre lo individual y lo comunitario. Las sociedades no deben ser ni solamente comunitarias, ni solamente individuales, sino que deben estar entrelazadas.

 

JDA: Si usted tuviera que dar un diagnóstico sobre Colombia, ¿Cuál daría usted?, ¿Qué diría sobre el futuro de nuestro país?

PL: Yo nunca me he involucrado en actividades políticas, siempre he dicho que trabajaré en Gaviotas hasta dos años después de muerto. Yo veo que en Colombia hay un gran potencial, que hay las condiciones humanas, geográficas y sociales para que el país salga adelante. Pero para eso se necesita un gran entusiasmo y una gran calidad humana y sobre todo una disposición a ver el país con un criterio de inclusión en donde todos quepan y donde esa inclusión sea tan inteligente que, a pesar de tener heridas, las podamos por lo menos curar, no importa no poder olvidar. Todo esto depende de la actitud psicológica y de la calidad humana de los habitantes de nuestro país. Pero que se puede, se puede. Y no estoy copiando el eslogan de Barack Obama.

 

JDA: ¿Qué le recomendaría a los jóvenes de este país para empezar a participar de la construcción de Colombia?

PL: Lo primero que yo les recomendaría sería que conocieran el país. Si ustedes hacen un inventario de la clase dirigente juvenil del país se da cuenta que conocen mucho más otros continentes que su propio país. Es muy difícil querer lo que no se conoce. Es muy difícil plantear soluciones integradoras para ciertas regiones, cuando en Colombia son varios países en uno.

Para mí el nombre más apropiado que tuvo Colombia fue cuando se llamó Estados Unidos de Colombia porque son Estados muy diferentes. Es el único país donde las cordilleras se trifurcan, donde tenemos una gran diversidad y eso se necesita conocerse para entenderlo. Porque es absurdo creer que una ley o una disposición legal lanzada para nuestra zona andina funcione para el resto de Colombia. Y no hay nada más injusto que dar soluciones iguales a problemas diferentes y los problemas de Colombia no se pueden entender desde una sola visión regional, son problemas que tienen una identidad regional y sus soluciones deben ser endémicas, obviamente que respondan a una nación, pero de todas maneras tienen que ser soluciones diferentes para cada sitio, para cada región y por eso la universidad en Colombia debe preparar para la realidad, ¿sino para qué prepara?

 

JDA: La primera tarea seria conocer el país

PL: La primera es conocer el país y la segunda prepararnos para la realidad, y para eso tenemos que rediseñarnos. Insisto, siempre debe ser bajo el eje de la sustentabilidad, que es la única revolución que yo veo necesaria en el mundo, obviamente con paz y armonía, pero con entusiasmo y tesón.

 

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