IDEAS
¿Podrán las máquinas ayudar a asumir los grandes desafíos de la humanidad?
Las películas se han encargado de proyectar a las máquinas como amenazas, pero ¿será que, por el contrario, podrán ayudarnos a resolver nuestros más grandes retos?
Por David Salas*
Imagen: Archivo CUMBRE
Las máquinas quieren asemejarse al Homo sapiens para ejecutar labores que no podemos, o no queremos hacer, es nuestra misión ponerlas al servicio de aquello que le duele al mundo. Más que nuestras innovaciones, somos quienes debemos estar en ‘Beta Perpetuo’ –proceso de desarrollo constante.
Algunos de los desafíos que hoy en día afronta la humanidad están consignados en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), éstos son un conjunto de metas globales encaminadas a erradicar la pobreza, cuidar el planeta y generar prosperidad incluyente. De esta forma se busca la participación de gobiernos, sector privado y la sociedad civil para poder cumplir juntos con este propósito. Sin embargo, el reto es enorme, el tiempo establecido es de 15 años, y empezó a contarse desde 2015.
Por esto toma relevancia el uso de la tecnología, ofreciendo oportunidades para resolver nuestros problemas más urgentes. Con avances permanentes, y la emergencia de nuevas capacidades, la tecnología tiene el potencial de contribuir para la formulación de soluciones innovadoras en contextos globales y complejos. En particular, la tecnología podría considerar dos condiciones relevantes para resolver problemáticas de alcance mundial 1) volumen, variedad y velocidad de lo que está ocurriendo y de los resultados posteriores a la formulación de políticas, para así tomar decisiones a tiempo. 2) la singularidad y el cambio, siendo estas características asociadas a los sistemas humanos, donde cada persona que conforma nuestra sociedad es única, pero que además evoluciona con el paso del tiempo.
Más allá de los riesgos
Son muchos los escenarios que advierten sobre los cambios, y sobre los peligros, que traerá el avance tecnológico para la raza humana. Hoy en día ya estamos experimentando una sociedad hiperconectada, donde la información fluye en todas las direcciones, logrando una interacción que han convertido a las redes sociales en parte fundamental de nuestras vidas.
Según un estudio, realizado por We Are Social y Hootsuite en 2017, más de 3.770 millones de personas tienen acceso a internet en el mundo, de las cuales 2.789 millones son usuarios activos de redes sociales. Esto significa que más del 37 por ciento de la población mundial está en ellas. Esto hace que buena parte de nuestra existencia esté relacionada con lo que pasa en la red y sus contenidos. Esta revolución ya hace parte de la realidad y poco a poco se va volviendo transparente a través de nuestros hábitos; al igual que lo fue en su momento el correo electrónico, los computadores, y más atrás en el tiempo, ver aviones en el cielo después del invento de los hermanos Wright.
La apropiación tecnológica, proyectada en el futuro y evidenciada en el presente, es una de las mayores fuentes de inspiración de películas de Hollywood, las cuales han aprovechado el miedo que ocasiona un porvenir distópico para recrear situaciones donde las máquinas se adueñan del planeta y someten al Homo sapiens a su merced. Pero este temor no es exclusivo del mundo del entretenimiento. Visionarios y defensores de la tecnología como Elon Musk, sugieren que “estamos invocando un demonio” al trabajar seriamente con algo que sobrepasa nuestra capacidad de regulación, como lo es la Inteligencia Artificial, pues esta no tiene emociones, moral, y mucho menos remordimientos.
Nick Bostrom, analista de las amenazas que representa avanzar hacia la creación de artefactos inteligentes, asegura que a pesar de los riesgos que corremos como especie, tendremos que labrar el camino para encontrar oportunidades en medio de estas innovaciones. Pues, según él, es inevitable la transición hacía el desarrollo de súper diseños que sobrepasan buena parte de las capacidades humanas actuales. Y sugiere que esto es más bueno que malo, porque hay un sin número de desafíos que la humanidad tardaría miles de años en resolver, y que las máquinas lo podrán hacer en un tiempo significativamente menor.
Las condiciones que acompañan nuestros grandes desafíos y el rol de la tecnología
Cada uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible contiene su propio embrollo y por tanto su propio conjunto de estrategias para superarse. Sin embargo, intentar abordarlos involucra considerar al menos dos condiciones que están relacionados con la naturaleza global de cada objetivo, y a la vez, con la complejidad social de los agentes que participan en sus problemáticas asociadas. La tecnología podría ayudar a considerar seriamente estas condiciones para que la alianza humanidad-máquina avance de forma significativa en sus objetivos:
Primera condición: volumen, variedad y velocidad
La esperanza de poner fin a la pobreza, brindar educación de calidad, reducir la desigualdad y lograr una relación sostenible con el entorno, son ideas que están presentes en la gran mayoría de los países. Sin embargo, la ONU señala que sólo en el caso de la pobreza, a pesar de los esfuerzos, “las desigualdades van en aumento en todas las sociedades, y los más pobres entre los pobres están quedándose cada vez más rezagados”. Con el agravante que la intervención humana ha resultado, inclusive, en crear mayores daños colaterales.
La dificultad de estas problemáticas se escala debido a la gran cantidad de actores vinculados en diversos sentidos. Esto hace que para tratar cada objetivo estemos hablando de inmensas poblaciones. Causando, además, efectos en múltiples direcciones, generando así variedad de estados posibles, todo esto a un ritmo acelerado, haciendo que ni el mejor grupo de expertos pueda examinar los posibles efectos colaterales de sus decisiones, ni posteriormente evaluar sus resultados.
Dentro de la tecnología hay una tendencia que se conoce como Macrodatos o Big Data. Sus ventajas surgen de la combinación de técnicas existentes que pueden reunir un volumen gigantesco de datos a escala mundial, además de recibirlos de variedad de fuentes: dispositivos móviles, GPS, cámaras, sensores en las calles y en vehículos, búsquedas en la web, servidores de empresas, etc. Sumando variedad de tipos de datos: temperaturas, hábitos de consumo, comportamientos observados, tendencias en las redes sociales, rating de programas, rutas frecuentes, entre muchos otros. Esto a una velocidad de recolección que permite información ordenada en tiempos muy cortos.
Una de sus aplicaciones actuales se da en la salud, Bernard Marr, autor del libro ‘Data Strategy’, documenta que “la investigación de Big Data ha acelerado dramáticamente el desarrollo de nuevas vacunas contra la gripe. Al analizar los resultados de miles de pruebas en instituciones de todo el mundo”. Y adhiere que “Big Data también es utilizado por los epidemiólogos para rastrear la propagación de brotes”. Esta tecnología se traduce entonces en poder llevar a cabo ensayos más cercanos a lo que está sucediendo, no necesariamente datos del pasado, sino contextualizados en tiempo real. Considerando así volumen, variedad y velocidad de la información de las problemáticas asociadas a cada ODS. Funciona entonces para concebir una intuición más informada, para que los tomadores de decisiones puedan tener un entendimiento mucho más preciso de su entorno y, por tanto, mayor consciencia de las acciones a tomar y ya tomadas.
Segunda condición: singularidad y cambio
Para las grandes transformaciones del mundo no sólo necesitamos información orientadora. La realidad nos muestra que hay dos factores que deberíamos considerar a la hora de afrontar desafíos sociales. Uno corresponde a que no hay dos humanos iguales. Esta singularidad sugiere que las políticas, procesos y herramientas basadas en promedios, razas, estereotipos o valores ‘normales’ no abordan la complejidad real de la sociedad. En segundo lugar, está el considerar de manera rigurosa el cambio. Cada individuo no sólo se caracteriza por ser diferente a su vecino o familiar, sino que al mismo tiempo es disímil a sí mismo con el paso del tiempo. Lo que sucede en el entorno, sus propias decisiones y su naturaleza hace que su transformación sea la única constante.
Al evidenciar estos dos factores de singularidad y cambio a nivel individual podemos ser testigos de que la población mundial, como un todo, es un sistema evolutivo que, además, no disminuye en complejidad con el tiempo. Esto implica que tener una solución única para los 7.300 millones de personas es un lujo que no nos podemos dar. Si consideramos la singularidad y el cambio de manera seria en el contexto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, tendremos que partir del fundamento de que cada individuo es un caso en sí mismo. Inclusive significa que la segmentación por regiones no es suficiente si de verdad queremos transformaciones sociales desde la ciudadanía.
En este sentido la tecnología permite soluciones dinámicas, consecuentes con la diversidad y el cambio. Actualmente se han desarrollado algoritmos que evolucionan en el tiempo, captando información que se convierte en soluciones automáticas. Son sistemas decodificando e identificando preferencias cambiantes de cada usuario, generando contenidos a la medida sin depender de la intervención humana.
Ejemplos como YouTube demuestran que la web colaborativa, combinada con algoritmos de inteligencia artificial y Big Data, puede contribuir a la singularización de consumidores a nivel global. Cada sesión de esta red se acomoda a su usuario y a sus preferencias cambiantes en el tiempo. Pero además es un espacio donde múltiples individuos pueden compartir conocimiento para hacer de internet un sistema que ayuda al 4to Objetivo de Desarrollo Sostenible: “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”. En YouTube se encuentra múltiples fuentes de conocimiento accesibles en formato de vídeo: desde tutoriales técnicos de cómo programar, pasando por cómo se presenta la especiación de seres vivos, hasta entrenamientos en habilidades blandas para hablar en público. Estas posibilidades de personalización, así como el uso de ‘cookies’ en páginas web, permiten identificar las diferencias entre usuarios y generar una mejor experiencia entre los mismos, identificando así que cada individuo no es igual ni ayer, ni hoy, ni mañana.
Cuando las máquinas quieren ser humanas, necesitamos una humanidad en ‘estado Beta’
El mundo está dejando atrás la visión Taylorista del trabajo, visión donde los humanos debíamos emular a las máquinas para producir de forma racional y a un ritmo acelerado. Las máquinas quieren asemejarse al Homo sapiens para ejecutar labores que no podemos, o no queremos hacer, es nuestra misión ponerlas al servicio de aquello que le duele al mundo. Más que nuestras innovaciones, somos quienes debemos estar en ‘Beta Perpetuo’ –proceso de desarrollo constante. Exploremos así las posibilidades que hoy en día están en nuestras manos de manera abierta, solidaria y sostenible.
Este Beta Perpetuo es el estado que hará posible no sólo diseñar sistemas que puedan analizar información global para tomar decisiones a la medida de cada miembro de nuestra sociedad, sino también examinar la necesidad de experimentar con un sentido ético, corregir nuestros errores en menor tiempo, e ir juntos personas-máquinas para asumir los grandes desafíos de la humanidad.
*Este artículo fue originalmente publicado en Profesión Líder 2018. La presente es una versión adaptada para CUMBRE.
*David Salas es cofundador de la fundación Somos CaPAZes y profesor del Centro de Liderazgo de la Universidad de los Andes.
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