IDEAS
Sostenibilidad más allá del medio ambiente
Por Alberto Marroquín Grillo*
Un principio para cumplir con el desarrollo sostenible es que haya la disposición de renuncia de lo personal por lo comunitario en ciertos aspectos. Es entender que el beneficio personal tiene sentido cuándo irradia más allá de mi microentorno.
La definición de desarrollo sostenible, que ha adoptado muchas entidades, es “un desarrollo que satisfaga las necesidades del presente sin poner en peligro la capacidad atender necesidades futuras”. Se evidencia que hay un eje común, de muchas empresas colombianas, que relaciona la sostenibilidad con el desarrollo de acciones concretas en cuatro aspectos, económico, social, gobierno y ambiental.
Es difícil llegar a una definición de liderazgo en el marco de la sostenibilidad. Por eso adoptaremos que liderazgo es la capacidad de generar y contribuir con otros, de manera natural y voluntaria, la acción necesaria para alcanzar una visión o propósito. Al decirse de manera natural significa que no está sujeto a ningún tipo de jerarquía o posición de poder. Y es voluntaria por el hecho que se asume por el solo hecho que al líder lo conciben sus seguidores, y está en él el aceptar o no la designación.
El desarrollo tecnológico se ha dado a unos pasos agigantados. Cada día supera al anterior en nuevas técnicas, maquinarias, procesos, materiales, productos y, en general, desarrollos que facilitan la vida. Ambientalmente los efectos son visibles, se ha deteriorado y puesto en peligro de manera grave el planeta. Como respuesta, las personas y empresas han destinado la mayor parte de los esfuerzos para mitigar los efectos dañinos y garantizar una posibilidad a las generaciones futuras. Sin minimizar estos esfuerzos, que son necesarios mas no suficientes, surgen las preguntas, ¿se está haciendo lo que se debe hacer?, ¿quién es responsable de impulsar las acciones para garantizar la sostenibilidad?
El concepto sostenibilidad encierra una serie de líneas de acción, necesarias para que se garantice que existe, y que no han sido debidamente consideradas en los esfuerzos empresariales, ya que el liderazgo en estos temas no ha sabido canalizar las acciones.
No he visto que en muchas empresas colombianas se trabaje, de manera explícita, en la transformación para apropiarse de la necesidad de entregar un ser, una generación, una humanidad sana, solidaria, austera en su uso de recursos y consciente del legado de sostenibilidad que se debe transmitir a las generaciones.
El punto central de las declaraciones de sostenibilidad está dado por el impacto en el ambiente, por la permanencia del negocio en el mercado, por la preferencia de los productos y de las marcas por su bajo impacto y por su alta calidad.
Aceptando que al interior y al exterior de las organizaciones se dan cambios visibles, y existe el orgullo por lo que se está haciendo en temas de sostenibilidad, la pregunta que surge es si estos mismos efectos se están dando en los entornos de los miembros de estas organizaciones. Explicaré esto con un ejemplo muy sencillo. Uno de los tópicos en que trabajan muchas empresas es en disminuir el impacto en el ambiente, y lo logran mejorando la disposición o eliminación de desechos. El orden y el aseo al interior de sus instalaciones son admirables y se trabaja en programas para que esto se cumpla.
Se emprenden acciones para que el mercado las conozca, admire y se fidelice con las marcas. El compromiso con la sociedad, con la humanidad debe tener retribución. ¿En la intimidad, en el entorno cercano, en el vecindario de los colaboradores de estas empresas, pasa lo mismo?
El sentido de vida debe tener como un derrotero principal el preservarla. Mi proyecto de vida tiene sentido solamente si yo soy el protagonista de la estrategia, de la acción. Cualquier acción que emprenda debe girar en torno a mi ser y a mi realización como persona. Por esto la importancia de generar y desarrollar acciones que conduzcan a mi bienestar. El principio de sostenibilidad debe surgir desde la prioridad de preservar mi vida para garantizar vida futura. El cuestionamiento es si podemos hablar de sostenibilidad, y de desarrollo sostenible, si el concepto no está arraigado e interiorizado en cada ser humano. Cuando esto sea así, podemos pretender trasladarlo a un ámbito fuera del individuo, al social y al empresarial.
Es desde este punto en el que se puede empezar a trabajar en la transformación de las personas, en lo que se ha de volver una virtud en cada uno para poder lograr que, con la conciencia colectiva, se genere un impacto en el mundo. Y es acá también dónde entra a jugar el liderazgo. El catalizador de esta fuerza interior que ha de mostrarse en todas las acciones.
El líder tiene una misión determinada: salvar la continuidad, el desarrollo futuro, la generación con la que aún no contamos. Y debe hacerlo desde las herramientas que no aún no domina. Es el reto en la incertidumbre total. Es el despliegue que se le está pidiendo al líder. No es entonces el de hacer ejecutar los planes organizacionales que se han proclamado para llevar a cabo acciones que, ineludiblemente, están destinadas y diseñadas para posicionar a las empresas en el mercado del hoy. No es el hacer que unos cuantos, dependientes y en cierta forma obligados, se identifiquen y promulguen unos enunciados. Tampoco que las acciones solo se hagan desde el actuar corporativo y que se limitan a lo que han escogido para intervenir, en clara concordancia con unos intereses particulares.
Paradójicamente, este es el espacio natural y el más abonado que tiene el líder para cumplir con su misión. Es desde donde se puede iniciar todo este movimiento de transformación. Se ha promulgado un principio que ha tenido eco en las personas y es el génesis de la evolución de los contagiados por el mensaje. Enfocarse en estos propósitos de preservación conlleva a que se esté interiorizando una mentalidad diferente, un pensamiento de autocuidado, de cuidado del otro, de cuidado del entorno y de respeto por todo lo que signifique vida. Y esta es la misión del líder con propósito: entender este deseo, aclarar la visión, difundirla e incitar a la acción.
Con todo lo expuesto, es claro que el planteamiento hecho acá ha superado lo que hasta hoy, quizás, hemos entendido como el rol del líder en lo que la sostenibilidad significa para nosotros. Es una asignación que hace una gran masa, un número muy significativo de seguidores que están en pro de lograr que podamos tener una civilización con futuro. Y es, en mi concepto, donde se muestra el liderazgo: se acepta este desafío inmenso y se empodera esta persona elegida para conducir a quienes le están siguiendo a que estos, a su vez, también se empoderen de su vida y se vuelvan, a su vez, promotores de este objetivo. La expectativa puesta sobre los hombros del líder es la tarea que lo hará trascender.
La conciencia de desarrollo la he puesto en un marco en el que, partiendo de lo individual, se propaga a las comunidades de manera que se convierta en un propósito colectivo. Y se integra al proyecto de vida de cada individuo y se integra en la cultura de la sociedad. Solo cuando esto sea así, se puede considerar que se está teniendo una real preocupación por el desarrollo futuro y se está aceptando y permitiendo que las generaciones futuras, sean responsables de su propio desarrollo. Al lograrse concientizar al ser, esto se transmitirá por generaciones y al estar inmerso en la cultura, reforzará el valor de preservación, por lo que la tarea se puede considerar realizada. ¡Desafío inmenso!
Un principio para cumplir con el desarrollo sostenible es que haya la disposición de renuncia de lo personal por lo comunitario en ciertos aspectos. Es entender que el beneficio personal tiene sentido cuándo irradia más allá de mi microentorno. Las acciones por emprender deben visualizar, incluir y cumplir intenciones que afecten positivamente, que se podrían denominar filantrópicas.
Conozco acciones que se llevan a cabo en pro del desarrollo sostenible. La educación, desde los niveles básicos, ha buscado generar en los individuos valores que propendan por el desarrollo sostenible. Las empresas han tomado bandera en estos temas reconociendo su responsabilidad en el futuro de la humanidad. Se invita a las personas a emprender tareas en pro del desarrollo sostenible.
Hay una gran diferencia entre estar en pos de y estar en pro de. En pos significa ir en busca del resultado, siguiendo ese resultado que se habrá de dar, es ser exclusivamente seguidor, con un derrotero que no ha sido generado por mí. En cambio, en pro significa estar a favor, tener el propósito interiorizado y que sea parte de nuestra actitud. Es ser líder, empoderado con la causa e identificado desde la esencia con el objetivo de preservar el mundo.
Las empresas han asumido la dirección para garantizar, desde sus perspectivas particulares, el desarrollo sostenible. Ha habido acciones trascendentes y de buen impacto. Han estado al frente de todo aquello que conduzca a preservar la especie. Es parte de los puntos que incluyen en sus políticas de responsabilidad social, o de forma independiente en sus políticas de desarrollo sostenible.
Sin desconocer estos esfuerzos, considero que no son suficientes y no van dirigidos a lo fundamental. Están enfocados a las acciones y no a quienes generan y hacen las acciones. Están enfocadas a mitigar consecuencias y no a evitar causas. Es un buen inicio que ha de ser base para ampliar los propósitos y la intencionalidad. Aún hay mucho camino que recorrer.
¿Si las acciones de sostenibilidad no generarán beneficios particulares, se harían?, no, los beneficios de posicionamiento de la marca, tributarios, fidelización y diferenciación del producto se traducen en dinero. ¿Habría interés en no tenerlos? Este tema se amplía a otros muchos de los temas empresariales que trascenderían de la acción mercantil. Es todo lo que, de alguna forma, cabría en la sombrilla de responsabilidad social. Si no da beneficio, no lo hago.
El llamado es a asumir un real liderazgo. Hay muchas acciones que se deben emprender, asumir y desarrollar. Transformar las personas es el primer reto. Está el espacio abierto para quien quiera liderar el cambio. La invitación es a convertirse en líder, entendiendo que desde lo personal es posible y que se potencia con el respaldo de lo empresarial. Generemos un real liderazgo, la humanidad nos lo sabrá agradecer.
*Alberto Marroquín es ingeniero industrial y ha trabajado durante más de viente años en el desarrollo de habilidades de jóvenes, emprendedores y empresarios.
*Este artículo fue originalmente publicado en Profesión Líder 2017. La presente es una versión adaptada para CUMBRE.
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