IDEAS
Todos tenemos un motivo
En la música como en la vida el motivo es el que guía y las grandes obras, como Pedro Navaja, toman tiempo.
Por Ricardo Gómez*
A los líderes empresariales les conviene tomarse el tiempo para encontrar y desarrollar motivos que lleven a las personas a sus lugares deseados.
La vida te da sorpresas
Cuando Rubén Blades –aquel sorprendente compositor y cantante panameño– compuso la canción ‘Pedro Navaja’, su disquera le advirtió que no tendría éxito por sus siete minutos de duración (cuando para la radio 3 minutos ya es la eternidad). De eso hace cuarenta años y seguimos escuchando esa obra como una de las más cantadas y tarareadas en la historia de la salsa. Todo el mundo se sabe su estribillo: “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”.
La novena sinfonía de Beethoven, cuya duración supera los 60 minutos, es hoy la única obra del repertorio clásico mundial considerada como patrimonio de la humanidad.
Estas 2 obras tienen su génesis en un motivo: “aquella agrupación de sonidos a la cual se le asigna un ritmo definido”, en palabras de Juan Carlos Padilla, compositor y músico colombiano. Según Arnold Schoenberg –austríaco y uno de los más importantes compositores del siglo XX– el motivo es la base de la idea musical sobre la cual gira el desarrollo de toda la obra.
Todo se trata de un constante movimiento
Para la psicología, el motivo es aquella capacidad que tenemos para satisfacer necesidades. La palabra motivo viene del latín ‘motivus’ que significa “provocar movimiento”. En cualquiera de las instancias que trato acá –música y psicología– el motivo implica la voluntad de moverse para que algo pase o para llegar a algún lugar. Por lo tanto, una persona motivada tiene la voluntad para moverse, mientras que una persona desmotivada se encuentra en el insoportable letargo de la inacción. El motivo es, entonces, la base del desarrollo humano, cualquiera que sea su contexto.
Una rosa pintada de azul
Una de las habilidades que caracteriza a un líder es su capacidad para encontrar motivos. No solo los propios sino los de las personas a quienes lidera. Un líder con un motivo claro, tendrá mayores probabilidades de llegar a su destino (solo o en grupo). Pero un líder con un motivo claro que lidere a un equipo que no tiene sus motivos claros, o que siente que sus motivos no están alineados con los del líder, tendrá serias dificultades para llegar al destino, pues las personas solo se mueven con ahínco si tienen un motivo congruente.
Entonces, le corresponde al líder ayudarle a su gente a encontrar sus motivos; sus razones para sentirse valiosos, para ejercer acciones que se conviertan en historias extraordinarias y que tengan sentido misional para cada uno. En otras palabras, encontrar los para qué de sus colaboradores.
Muchas personas creen tener un motivo pero apenas tienen estímulos temporales que le ayudan a avanzar sin tener claro hacia dónde, con el costo emocional que esto trae pero sin la posibilidad de desarrollar una historia de valor.
El motivo es la base de toda acción humana –individual o colectiva– y este debe tener sentido para quien lo encuentra. Además, debe producir unidad, relación, coherencia, lógica, inteligibilidad y fluidez de la misma manera como se construye un motivo como materia prima de una obra musical, en la que un buen motivo inspirará ideas que ayuden a desarrollar el resto de la historia. Su longitud estará determinada por el motivo. Luego para crear una buena obra musical, se requiere de mucho tiempo y paciencia para darle las vueltas al motivo que sean necesarias hasta que comience a tener valor para quienes la están construyendo.
Yo vine porque quise, a mi no me pagaron
Los sistemas empresariales y educativos de hoy, a pesar de que tienen las estructuras indicadas para inducir motivos y la responsabilidad social para ello, no están dispuestos a tomarse el tiempo para encontrarlos y desarrollarlos. Quieren recibir personas ya motivadas y solo orientarlas en función de los resultados. Sin proponérselo, terminan empujando a la gente a hacer las cosas porque toca (necesidad) y no porque nacen (convicción).
Esa es la dificultad que le vio la disquera a “Pedro Navaja” al sentenciarle un fracaso por su longitud: el motivo no era importante sino su duración. Y resulta que la canción requería de esa longitud y no de otra porque el motivo lo necesitaba. Y una vez el motivo se entiende –por parte del público– el tema de su duración pasa a un segundo plano porque lo importante debería ser siempre el contenido. Por lo tanto, a los líderes empresariales les conviene tomarse el tiempo para encontrar y desarrollar motivos que lleven a las personas a sus lugares deseados y tener en cuenta que eso puede llevar tiempo, pero también saber que una persona motivada traerá constantes beneficios, sobre todo comparada con una que no lo está.
Ahora, motivar entraña una labor que va más allá de hablar positivo, de dar golpes en la espalda, de incentivar actitudes optimistas ante las adversidades o de dar premios monetarios por cada meta lograda: motivar es ayudar a encontrar razones por las cuales las personas se sientan valiosas desde sus talentos y acciones y que tengan como contraprestación la realización personal, por encima de la estabilidad económica.
*Ricardo Gómez se presenta como un musiconomista. Ayuda a las empresas a ser más productivas a partir de la música, el teatro, el cine y la cocina.
Te puede interesar: Una orquesta es como una empresa
Recibe, dos veces al mes, nuestro boletín con los cinco artículos recomendados para ejercer un liderazgo más efectivo y avanzar en tu carrera profesional. Haz clic aquí.